Transgrediendo los símbolos de la utopía romántica
Tany Giselle Fernández Guayana
Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Licenciada en Pedagogía Infantil. tany.fernandezg@gmail.com
El amor romántico, indudablemente presenta una relación estrecha con la cultura, y ésta, a su vez, influye en la configuración de símbolos, significados, artefactos, historias e imágenes emocionales en la relación de pareja. De igual manera, ha tenido también un vínculo innegable con la economía y las relaciones de clase: no hace mucho tiempo el amor era considerado un contrato por conveniencia comercial y territorial, dejando de lado aquel sentido de gratuidad, de espontaneidad, de empatía y el carácter irremplazable del amor. De ser así, el amor romántico evadiría toda lógica capitalista porque está por encima del intercambio y el orden social. Hoy, es innegable que el amor romántico es el origen de una serie de bienes de consumo que se imponen como imágenes e ideales que toda pareja debería alcanzar, excluyendo así las identidades y subjetividades en torno a una nueva definición de amor.
Bajo la premisa de la democratización y el acceso a bienes y servicios, el amor romántico sigue tomando fuerza como una de las mejores formas de expansión económica. Para ello, se han excluido otros símbolos del amor creados por la cultura, para seleccionar aquellos que posibilitan el acceso masivo al consumo. Es así como las empresas invierten en estudios de mercadeo y pagan a los nuevos “expertos de la cultura”, es decir, a quienes trabajan en publicidad, relaciones públicas y medios de comunicación para que se encarguen de difundir aquello que, predeterminadamente, consideran que es el amor. De esta manera, abren una brecha entre los que pueden alcanzar ese ideal que se ofrece y quienes no lo logran, especialmente por índole económica. Ejemplo: ¿Por qué es más romántico una cena en un restaurante fino en compañía de las velas?, ¿Por qué no es romántico ir a ver un partido de fútbol en la cancha del barrio?, ¿Por qué es amor romántico que se recoja a la pareja en auto y no a pie?.
El amor romántico tiene un gran componente subjetivo y personal, no debería ser estandarizado perpetuando así ciertos significados que lo hacen un objeto inalcanzable económicamente y además, una práctica fragmentada y desechable. Es así como hoy, el amor romántico, requiere de unas fuerzas que trasgredan esos símbolos que han sido colectivizados y manipulados por entes económicos que lo único que producen es una mayor disgregación, desigualdad y exclusión, cuando también hay amor en medio del caos, de lo sencillo, de lo orgánico, de lo diferente y de las minorías.
Es por eso que, en esta foto (abajo), se rompen los esquemas, se presentan alternativas del amor romántico llevándolas a un acto más humano y menos “líquido”, tomando las palabras de Bauman. Aquí, se puede observar cómo el fotógrafo presenta otras imágenes (las que han sido ocultadas) decodificando así lo que la publicidad ha instaurado como romance. Aquí, él intenta desafiar el romance visto como “espectáculo natural” para rescatarlo en su eros cotidiano: también es romántico caminar por el barrio. Aquí, él está abriendo una puerta para afianzar las identidades y acoger las subjetividades: el romance no sólo se da entre sujetos jóvenes, fornidos y millonarios, puede vivirse sin importar la diferencia de edad, la raza o los recursos económicos. Aquí, él rompe el orden social porque muestra que también pueden tener acceso al amor romántico aquellos que no tienen nada más que su cuerpo, su espíritu, sus experiencias, sus saberes, sus pensamientos, sus sentires, sus creencias, sus desgastes, sus imperfecciones. Pareciera entonces que aquella conclusión a la que llegaron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista resume la foto en sí: la familia y el amor quedarían libres de sus lazos de dominación e interés sólo en una sociedad comunista, puesto que allí la propiedad privada y las ganancias económicas no serían motivo para formar una pareja.

Referencia:
Illouz E. (2009). El consumo de la utopía romántica. El amor y las contradicciones culturales del capitalismo. Madrid: Kats Editores

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