EDUCACIÓN 20

La política educativa desde la persona y para las personas

Tany Giselle Fernández Guayana

Candidata a Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Licenciada en Pedagogía Infantil. tany.fernandezg@gmail.com

 

 

Hoy día hablar de educación, nos remite a mirar hacia el pasado y repensar el presente con el fin de atender a las necesidades diversas que surgen en la sociedad. Los cambios de paradigmas, la multiplicidad cultural, la implementación de tecnologías y los nuevos modelos económicos cada vez más divergentes nos reclaman ponerles mayor atención.

 

Los cambios agigantados que vivimos no son más que un reflejo del grito que se exclama a los mandatarios para que se tomen en serio su labor de dirigir una nación a partir del elemento crucial de desarrollo: la educación. Y todo esto a partir de la creación de políticas que posibiliten abarcar a la comunidad como agente de derechos.

 

Por consiguiente, para poder abordar este tema, se hará un recorrido crítico por la naturaleza de la persona humana como ser multidimensional que es influido e influyente, así como la naturaleza de la educación y sus fines en la formación. De igual manera, se abordarán las comprensiones socio-educativas que impactan en los procesos de formación y la función de las políticas en este proceso.

 

Para comenzar, se debe retomar que la sociedad está compuesta por personas y que todo lo que se haga en ella, influye directa e indirectamente en varios aspectos de la vida del ser humano. Para Descartes la persona era una dualidad, es decir, alma separada del cuerpo diferentes e independientes entre sí pese a su estrecha unión (Páramo, 2010). Por su parte, para Aristóteles, no puede existir el alma sin un cuerpo donde manifestarse. Por lo tanto, la persona estaría compuesta por la unión de ambas.

 

El alma contiene las potencias superiores de la persona que la hacen diferente de los demás seres vivos. El hombre es libre porque no se deja dominar de sus instintos gracias a las facultades de la razón y la voluntad (Stork & Aranguren, 2008). Ahora bien, esta visión antropológica-filosófica explica la razón por la cual los seres humanos tendemos a ser animales superiores, no obstante, desmerita otros rasgos que lo caracterizan. Por ejemplo, desde la piscología se establece que los sujetos cuentan con emociones, sentimientos, relaciones, memoria, capacidad de aprendizaje y procesos cognoscitivos que influyen en su actuar. De manera que la persona es un ser multidimensional, donde las relaciones que establezca con el mundo físico y espiritual afectan todo su modo de ser.

 

De ahí la importancia de la educación en la influencia integral del ser humano. Educación viene del latín educare y educere que respectivamente hacen referencia a los procesos externos que influyen al sujeto (educare) con el fin de que por sí mismo desarrolle sus potencialidades (educere) y así tome decisiones que le atribuyan significado a lo que hace y a lo que puede hacer en el medio donde se desenvuelve (Mejía, 2011).

 

Gracias a ese tipo de relaciones que se establecen con el mundo de los objetos, las personas y los sentimientos, es que cada hombre trasciende sin importar sus condiciones. De acuerdo con Goñi (2003) los individuos somos iguales en la medida que somos humanos porque venimos del genoma humano, pero a la vez, somos personas porque tenemos una identidad que nos hace singulares en medio de la colectividad. “… todos somos lo mismo, es decir humanos, y por tanto nadie es igual a otro que haya vivido, viva o vivirá” (Arendt, 2009, p.22).

 

Como cada persona es única e irrepetible al igual que las sociedades y las culturas, la educación debe ser contextualizada con el fin de atender las necesidades que se presentan en particular. La educación no puede brindarse de manera generalizada como un fenómeno más de la globalización, sino que debe estudiar las características del entorno a partir de su multidimensionalidad (familia, relaciones de amistad, pareja, intereses, sociedad, política, cultura etc.) y así generar mayor impacto.

 

Adicionalmente, todo proceso educativo tiene una intencionalidad, la cual varía según el contexto de desarrollo del individuo. No obstante, toda educación comparte entre sí los siguientes fines (Casanova, 1998):

 

  • Orientar a la persona a saber conducirse así misma, a reconocer sus límites y sus potencialidades.
  • Enseñar a colaborar con los otros, a reconocerlos en su rostro como fuente de revelación (Levinás, 2014, p.12)
  • Propiciar la adaptación al medio externo sabiendo cultivarse y sacando provecho de las dificultades y capacidades intrínsecas.
  • Reconocer al educando como ser en procesos de aprendizaje a lo largo de su vida.
  • Reconocer que el proceso educativo requiere de otro (profesor, padres, amigos, pareja, comunidad, estado) cuyas relaciones influyen en la transformación del pensamiento y los actos.

 

En resumen, como lo expresa Casanova (1998, p.50) la educación guía al hombre en su desenvolvimiento a lo largo del cual va formándose como persona humana. La educación trata de enseñar al individuo a ver, a escuchar, a reflexionar y a ser autor de sus propios juicios; tiende a preparar a la persona para la vida y trata de proporcionar conocimientos y hábitos que faciliten la consecución del equilibrio mental, afectivo e intelectual.

 

Lamentablemente hoy día, especialmente Colombia, por su gran influencia por parte de las políticas neoliberales, los niños y jóvenes están siendo educados a partir de teorías administrativas y económicas que han tergiversado los fines educativos. Así como las empresas y pulpos económicos funcionan a través de competencias laborales y la competitividad de mercado, la educación debe enfocarse en producir sujetos capaces de explotar todas sus habilidades en función de las empresas y así garantizar su estabilidad económica y a su vez, la de la sociedad.

 

Ante este panorama la comprensión de lo educativo deja de lado su intención de formación porque se enfoca en la idea de cualificación personal, formación del capital humano y construcción de ciudadanos para el estado-nación (Mejía, 2011, p.77). Así la educación se convierte en dotadora de competencias individuales fundadas en la eficiencia y eficacia pasando por encima de los fines de solidaridad, fraternidad y convivencia necesarios para mantener una sociedad. Hoy día la educación se está direccionando hacia el campo técnico, cognitivo y de gestión olvidando que la persona es un ser integral y holístico.

 

Dado lo anterior, se hace necesario rescatar la verdadera función de la educación en el campo social. Hoy día, el fenómeno de las relaciones se ha intensificado hasta el punto de construir una sociedad más compleja donde el encuentro se da a nivel interpersonal, intrapersonal, local, regional, nacional, internacional y virtual que constituye acercamiento y alejamiento a la vez, donde todos pertenecen a todo y no se pertenece a nada (Mejía, 2011, p.27).

 

Por esa razón, desde el enfoque socio-educativo se pretende atender las necesidades de diversidad y equidad que la sociedad exclama a gritos. Según este enfoque, la función de la educación consiste en la consecución de logros con significación personal y social, por consiguiente, se reconoce como “no neutral” ante la injusticia. Aquí las personas adquieren mayor compromiso de su entorno concreto y social por lo cual tiene como referentes el saber científico, el saber cultural popular, las humanidades, la realidad y sus conflictos. El aprendizaje, por su parte, viene dado por significación personal y social, y se comprende la individualidad en medio de una sociedad, de manera que, el valor fundamental que se estipula es la colaboración (Consejo Educativo, 1995).

 

 

A partir de este enfoque se:

“facilita la posibilidad de tomar conciencia de las contradicciones sociales y asumir el reto de buscar alternativas que promuevan el empoderamiento y la capacidad de las personas para organizarse, movilizarse, interactuar, sensibilizarse, establecer compromisos, buscar su propia sabiduría emanada de sus historias de vida y su propia cultura. Permite la participación de los integrantes de una comunidad, ya no como objetos de estudio, sino como sujetos de transformación” (Méndez, s.f, p.74).

 

Ante este enfoque que busca el equilibrio entre las necesidades individuales y colectivas atendidas en conjunto como un medio facilitador de la democratización en la vida cotidiana y en contra de la violencia social, se hace imprescindible contar con el apoyo del gobierno y las políticas públicas que instauren los parámetros pertinentes en búsqueda de un equilibrio y el beneficio social.

 

Las políticas conforme a las consultas realizas por Aguilar Villanueva (1998) “se tratan de la decisión de una autoridad legítima, adoptada dentro de su campo legítimo de jurisdicción y conforme a procedimientos legalmente establecidos, vinculante para todos los ciudadanos de la asociación, y que se expresa en varias formas: leyes, sentencias, actos administrativos...” (p.22).

 

Son acciones del estado que tienen como objetivo el desarrollo de las personas en la sociedad para la producción, distribución y apropiación de la cultura. Con estas se pretende fortalecer el capital social y saciar las necesidades de la sociedad. En Colombia, las políticas educativas se fundan bajo la Constitución Política de 1991 donde se instaura la educación como un derecho (Amador, 2015).

 

Una política tiene una fundamentación amplia, estima los costos y alternativas de financiamiento, evalúa factores de costo-beneficio social, es clara en sus objetivos y funciona en sus instrumentos. Además, es estable en el tiempo, se adapta cuando fallan o cambian las circunstancias, es coherente en la medida que es compatible con políticas afines, tiene calidad en la implementación y es efectiva en la aplicación, se orienta hacia el interés público y refleja una asignación de recursos escasos que asegura elevados retornos sociales (Otegón, 2008).

 

Pero, a pesar que todas las políticas pretenden atender las necesidades de la sociedad, es una de ellas la que genera mayor impacto en el desarrollo personal y social: la política de educación.Desde esta perspectiva:

 

“las políticas educativas (PE) son parte de la política pública de un Estado y como la educación es un derecho universal, estas políticas deberían tratar de poner en práctica medidas y herramientas que sean capaces de asegurar la calidad de la educación. De ahí que la PE es el nombre que se le da a una serie de medidas planificadas y puestas en práctica por un gobierno” (Vargas, 2014).

 

Para Fernando Reimers “hacen referencia al conjunto de decisiones y acciones tomadas con el propósito deliberado de cambiar los insumos, procesos y productos de un sistema educativo”. Por eso, se inscribe en el marco de una filosofía de la educación y es el resultado de múltiples influencias de los sistemas sociales que actúan sobre el sistema educativo. Marca el sistema educativo de un país y el ministerio de Educación es el responsable de elaborarla. La política educativa dirige el rumbo que debe tomar la educación en un momento y espacio determinado (Vargas, 2014).

 

 

En Colombia dentro de las políticas educativas vigentes (2018) se encuentran:

 

Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018: Colombia la más educada: se tiene como objetivo cerrar las brechas en acceso y calidad a la educación, entre individuos, grupos poblacionales y regiones, acercando al país a altos estándares internacionales y logrando la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos mediante: a) Potenciar la educación inicial b) Alcanzar la calidad educativa en educación básica y media c) Mayor cobertura y permanencia en el sistema educativo d) Construcción del sistema de educación terciaria con mayor acceso, calidad y pertinencia e) Desarrollos del Sistema Educativo Indígena Propio (SEIP) f) Colombia libre de analfabetismo g) Colombia Bilingüe h) Potencialización de las capacidades y los talentos excepcionales (Departamento Nacional de Planeación 2014-2018).

 

Política de excelencia docente: pretende reconocer a los maestros colombianos a fin de fortalecer la comunicación con ellos y proporcionar herramientas para la excelencia logrando consolidar la profesión docente en tres estrategias: 1) conocer y reconocer a los maestros colombianos, 2) comunicación con los maestros y 3) consolidar la profesión docente. Dentro de los programas establecidos se encuentran: becas docentes, todos a aprender 2.0 y acompañamiento al docente (Ministerio de Educación Nacional, 2015).

 

Ante tal situación, se hace un llamado a la configuración de nuevos fenómenos económicos, políticos, culturales, demográficos, educativos, a que trasciendan y que posibiliten otras formas de articulación y de construcción social. La educación hoy tiene como misión reestructurar los modos de ser, de sentir, de hacer, de pensar y de saber con el fin de motivar a la reflexión y acción que generen impacto en el medio directo de desarrollo. Para ello se hace forzoso plantear políticas públicas que atiendan dichas necesidades.

 

Referencias:

 

  • Amador Pineda, L.H. (2015). Políticas Educativas. En tesis Doctoral: Currículos regionales. Universidad de Salamanca, España.
  • Casanova, M.E. (1991). Para comprender las ciencias de la educación. España: Editorial Verbo Divino.
  • Consejo Educativo. (1995). El enfoque socioeducativo crítico. Disponible en: www.consejoeducativo.org
  • Departamento Nacional de Planeación. (2014). Plan Nacional de Desarrollo 2014-2018. Colombia.
  • Goñi Zubieta, C. (2003). Recuerda que eres hombre. Madrid: RIALP
  • Levinas, E. (2014). Alteridad y trascendencia. Madrid: Arena Libros.
  • Mejía Jiménez, M.R. (2011). Educación(es) en la(s) globalización(nes) (I). Entre el pensamiento único y la nueva crítica. Colombia: Fondo Editorial Universidad de Ciencias y Humanidades.
  • Méndez Vega, N. (s.f). La acción socioeducativa y la investigación acción en la democratización de la vida cotidiana. Revista costarricense de Trabajo Social. pp. 73-77
  • Ministerio de Educación Nacional. (2015). Colombia la mejor educada en el 2025.
  • Ortegón Quiñones, E. (2008). Guía sobre diseño y gestión de la política pública. Colombia: Convenio Andrés Bello.
  • Páramo Valero, V. (2010). El eterno dualismo antropológico alma-cuerpo: ¿roto por Laín?. Thémata Revista de Filosofía. N.46, V.2. pp.563-569
  • Stork, Y & Aranguren, J. (2008). Fundamentos de Antropología. Un manual de excelencia humana. España: EUNSA
  • Vargas, E. (2014). El papel de la política educativa. Disponible en: www.acento.com.do

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