FAMILIA 30

Pautas para unas relaciones con sentido entre padres e hijos adolescentes

Tany Giselle Fernández Guayana

Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Licenciada en Pedagogía Infantil. tany.fernandezg@gmail.com

 

 

Si te has preguntado cómo lograr ser un mejor padre o una mejor madre con tu hijo o hija adolescente, de seguro has encontrado algunas respuestas en torno a la comunicación, al comportamiento, a las pautas de crianza y al monitoreo parental. Pero, por raro que suene, para lograr una relación con sentido los cambios suelen ser sutiles, aunque significativos. Es por esa razón que en este artículo comparto algunas estrategias y pautas que pueden ser pasadas desapercibidas en las prácticas de crianza con los hijos e hijas adolescentes. Una vez se apliquen, de seguro se notará alguna de diferencia. Hay que recordar que los cambios, muchas veces no se logran a gran escala, sin embargo, los ajustes pequeños son el primer paso para un nuevo comienzo. Veamos:

 

Comencemos con RESALTAR LOS ACIERTOS. Y con esto no me refiero a que sólo debemos compensar a nuestros adolescentes cuando hacen algo bien. De hecho, hay muchas formas de felicitarlos, no siempre hay que comprarles algo, una palabra, un gesto y una sonrisa puede valer mucho más para ellos. Ahora bien, tampoco podemos exigirles que todo lo hagan según nuestras expectativas, con ese mandato estaríamos provocando en ellos la frustración y la desmotivación por sus propios intereses. Finalmente, es necesario indicar que el error hacer parte de la vida, pero no debe ser castigable. En vez de ello, es mejor revisar junto con el adolescente el desacierto y convertirlo en una oportunidad de aprendizaje.

 

Otra forma de lograr una mejor relación con nuestros jóvenes es a través de la PRÁCTICAS FAMILIARES. Esto quiere decir que deben practicarse rituales que sólo se hagan en familia. Dentro de las más comunes se encuentran las celebraciones de los cumpleaños, la Navidad y el Año Nuevo. Sin embargo, se pueden proponer muchas otras como paseos, salir al parque, ir a un museo etc. Eso sí, se recomienda siempre la práctica de comer juntos en algún momento del día. Aunque parezca cliché, para un joven que se encuentra en la consolidación de su personalidad y de su sentido de vida, compartir en familia y tener espacios exclusivos para ello representa pertenecer a una comunidad o sentirse parte de algo, cosa que brinda soporte emocional.

 

De otro lado, se encuentra el DISFRUTE DE LO SENCILLO. En muchas ocasiones las actividades sencillas producen un mayor gozo, no se hace necesario de grandilocuencias o extravagancias. De hecho, en la etapa de la adolescencia los chicos y las chicas suelen aburrirse o no interesarles mayor cosa. Pero eso es lo que parece, la verdad es que el aprecio a la vida se contagia y también se aprende. Así que depende de los padres o madres transformar su propia visión de la vida y enseñarla. De seguro en esos espacios donde hay contemplación, algo de silencio, manifestación de la sorpresa y escenarios para las risas, surgirá la comunicación.

 

PERMITIR LA PRIVACIDAD, es otro de los recursos con los cuales los padres cuentan para lograr una mejor relación con sus hijos, pero a veces, se olvida que ellos son seres independientes y con un mundo interior al cual sólo podemos acceder si ellos desean compartírnoslo. Estudios han demostrado que las madres suelen ser invasivas en la privacidad de sus hijos y que tienden a querer saberlo todo de ellos y, por tanto, controlarlos. Por si fuera poco, los adolescentes consideran esas actitudes invasivas y juzgadoras. El problema de ello es que el monitoreo parental se vuelve tóxico para ellos, motivándolos a encerrarse en sí mismos sin querer compartir nada con sus padres. De manera que, se sugiere hacer conciencia de la realidad individual que nos es conferida por ser seres únicos e irrepetibles; también a respetar la privacidad y evitar presionar para que nos cuenten las cosas. Hay que ganarse la confianza de los adolescentes, tal vez así se acerquen a nosotros.

 

Finalmente, es importante ESTABLECER UNAS REGLAS DEL JUEGO. En toda familia como grupo social, para lograr una mejor convivencia se hacen necesarios unos mínimos requisitos. De manera que, es importante que en familia se hablen de manera clara sobre los temas que les conciernen a todos, entre ellos se encuentran salidas a fiestas, amistades, noviazgo, relaciones sexuales, vida académica, vicios entre otras. Por lo general, los adolescentes tienden a ver los límites como una amenaza a su libertad, pero depende de los padres resignificarlo. Los límites no son una cortapisa, sino una forma de hacer conciencia sobre las decisiones que se toman. Y en la medida que se piensa antes de actuar se es más libre.

 

Dice Julián Felipe Almario (2014) experto en logoterapia adolescente e inspirador de este artículo, que los límites más bien marcan un campo de acción y esa acción puede lograrse de distintas maneras. Para entenderlo mejor nos trae la siguiente metáfora:

 

“… es como sin un artista dijese que no es libre de pintar porque tiene un lienzo que solo mide 2x2 mts, que no puede expresarse porque no tiene un lienzo que se extienda hasta el infinito. ¡Sería absurdo! Es libre de pintar lo que quiera, gracias a que tiene ese lienzo de 2x2 mts. Ese es su campo de acción y dentro de esos limites puede expresar de infinitas formas” (p.126).

 

Ahora bien, dentro de estas reglas de juego es necesario dejar en claro que: 1) Existen consecuencias en caso de transgredir los límites establecidos; eso sí, siempre que el castigo sea proporcional a la falta. Así mismo se recomienda que los castigos sean de orden formativo, nunca acudir a la violencia física ni psicológica. 2) Tanto padre como madre deben estar en sintonía con las reglas, de esa manera se evitan ambigüedades y rivalidades entre la pareja. Por eso, ambos deben estar de acuerdo con las reglas establecidas y no ceder a ellas, a menos que se discuta en pareja o familia.

 

La tarea de educar nunca termina. Pareciera que la etapa de la adolescencia trae mayores exigencias y retos que a veces se consideran difíciles de abordar, especialmente ante las demandas sociales del mundo de hoy. Sin embargo, reitero mi postura inicial: los grandes cambios se originan de los pasos sutiles. Eso sí, se requiere más que de un acto de voluntad, las familias han de ser pacientes y persistentes. Así que no hay excusa para comenzar a trabajar por una mejor relación con nuestros adolescentes.

 

Referencias:

 

Almario, J. (2014). Una mirada existencial a la ADOLESCENCIA. Ediciones SAPS.


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