FAMILIA 10

El undécimo mandamiento de las familias

Tany Giselle Fernández Guayana

Fernández Guayana, T.G. (2015). El undécimo mandamiento de la familia. Periódico CAMPUS. pp.3 Ed. 1.173. Chía: Universidad de La Sabana. ISSN: 2256-2397

Disponible en: https://intellectum.unisabana.edu.co/handle/10818/31714

 

No es raro para nosotros, afirmar que la familia tiene varias misiones en el mundo, bien sabemos que debe ser la principal educadora de los hijos, escuela de comunicación, promotora de afectos, ejemplo de autoridad, motivadora de la participación y constructora de valores. Sin embargo, no cabe duda que tiene una misión adicional, un “algo más allá”, un fin trascendental el cuál sólo pocos han descubierto y que en esta oportunidad me atrevo a llamarle el “undécimo mandamiento”. Y es que así como Dios sabe que nos es imprescindible su último mandamiento, hoy quiero compartir a las familias la importancia de la autonomía, entendida como el ser “sí mismo” o la capacidad de ejercer la propia identidad (Barrios, Vence y Cabrera, 2008).  

 

Dentro de la dinámica de los jóvenes estudiantes, he observado que, a pesar de su mayoría de edad, algunos se presentan temeroso ante las decisiones que toman, expresan su necesidad de consultar todo a un tercero, le “sacan el cuerpo” a compromisos de cualquier índole y se tornan dudosos frente su propia  autonomía. Puede ser que existan varios factores que influyan al respecto, sin embargo, es importante recalcar que la raíz de la mayoría de cosas que le sucede a la persona, proviene de la familia.

 

Ese temor a la autonomía, es la razón por la cual se ven personas bastante apegadas a alguien, hasta el punto de no poder concebir la vida sin ésta. Actualmente, “la gente es enseñada a tener pánico hacia la sociedad, en vez de ser enseñada a saber estar sola y saber hacerse compañía así misma” así lo afirman Vargas e Ibañez (2008), sin referirse al egoísmo, sino a la capacidad de actuar como individuo. Y en efecto, tienen razón, a pesar que nos encontramos ante una sociedad que promueve la “independencia”, se vive exactamente lo contrario.

 

Y es aquí donde la familia tiene su mayor implicación. Como bien se sabe, la persona se desarrolla en el seno familiar donde se establecen vínculos afectivos que posibilitan las relaciones interpersonales al interior de ella y posteriormente con los amigos, compañeros y pareja. La autonomía juega su papel en ese sistema emocional, el cual presenta dos variantes: pesado o leve (Vargas,J & Ibañez, E, 2008).

 

Cuando en una familia el sistema emocional es “pesado”, los miembros tienen poca libertad en la forma como actúan en relación con los demás, es el caso del joven o adulto que debe pedir permiso, que depende de los sentimientos de otros, que no se adapta al estrés y que es rígido en pensamientos y convicciones. Mientras que los miembros de las familias con un sistema “leve” presentan mayor libertad de actuar por ellos mismos, son seguros de sus convicciones y opiniones, abrazan nuevas posturas sin perder su juicio ni dejarse influir por otros y pueden moverse libremente en cualquier sistema relacional (Masís, 2011).

 

Cada integrante individualmente busca su crecimiento y realización personal, eso no significa que las relaciones afectivas con el núcleo familiar dejen de tener significado, es sólo que los miembros familiares deben promover la desvinculación física y también emocional, no sólo hasta la mayoría de edad, sino desde la infancia. La familia debe motivar que el esposo, esposa e hijos tengan la capacidad de expresar sus opiniones, de tomar decisiones por sí mismos, de confiar en lo que hagan, de corregir los errores que cometen autónomamente, de formar un criterio propio… en pocas palabras, de actuar libremente.

 

Es por esta razón, que invito (una vez más) a padres y madres, a hijos e hijas y demás miembros de la familia a que adopten este “undécimo mandamiento” de la autonomía, visto como la formación del “sí mismo” y no como “libertinaje”, con el fin de que cada integrante pueda desplegar todas sus potencialidades particulares y pueda así hacer uso correcto de la libertad.

 

Bibliografía

  • Barrios, C., Vence G., Cabrera, V. (2008). Importancia de la familia y la escuela para el desarrollo de competencias psicosociales en los niños. Tesis concluida Desarrollo personal y familiar. Universidad de La Sabana.  
  • Vargas, J., Ibáñez, E. (2008). DESARROLLO DE UN INSTRUMENTO DE EVALUACIÓN PARA EL CONCEPTO DE DIFERENCIACIÓN. Revista Electrónica de Psicología Iztacala. Vol. 12 No. 1. Disponible en: www.iztacala.unam.mx

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