HUMANIDADES 20

El valor de la distancia: el Eros en el Otro

Tany Giselle Fernández Guayana

Candidata a Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Licenciada en Pedagogía Infantil. tany.fernandezg@gmail.com

 

 

En tiempos donde los medios de comunicación han avanzado hasta el punto de reducir la mínima distancia que se tiene con respecto a los demás, se hace difícil concebir la lejanía a como una forma de Eros: de amar al Otro. Sumado a ello, al estar sumergidos por el afán cotidiano, se impulsa a querer con inmediatez todo lo que refiere al Otro y, por tanto, se ejercen prácticas de experimentación del Otro muchas veces sin conciencia. Por esa razón, tomar distancia del Otro no se refiere a la separación, negligencia u olvido, por el contrario, indica un acto de reconocimiento del Otro donde se le contempla, donde surge un vaciamiento de sí en él y, en él mismo, se renace.

 

Hoy día ante la gran exposición de información y su fácil acceso, se hace inconcebible la lejanía y la demora. Con un «click» se quiere que todos los demás estén presentes y respondiendo a las demandas propias. Así es como a toda costa se desea al Otro para que de alguna manera esté presente. Sin embargo, en medio de esa avidez, el individuo torna sus prácticas en una racionalización del Otro, es decir, se le cosifica para poseerlo, conocerlo, aprehenderlo: se desea extraerlo de sí mismo para mi (Han, 2015, p.16).

 

De acuerdo con el filósofo Byung-Chul Han (2015) en la distancia, el Eros reconoce “la diferencia en el Otro, en su Otredad” (p.10), allí no cabe el narcicismo porque “el Eros se dirige al Otro no al yo, arranca al sujeto de sí mismo y lo conduce hacia afuera, hacia el Otro” (Ibid, p.11). Por tanto, no requiere de posesiones, todo lo contrario, el Eros se manifiesta como una entrega: un don. No como captura, sino apertura (Bastida, 2016, p.4).

 

De esta manera se puede evidenciar que el Eros no sólo hace referencia a la expresión sexual o a la potencialidad de vida en el cuerpo como creación (Serrano, Serrano y Ruiz, 2016, p.8) sino que su horizonte también se enmarca en la capacidad mental y espiritual de ser en el Otro y dejar ser al Otro, Otro. En la experiencia del Eros hay una distancia puesto que, en él, se conserva la alteridad. El Eros entonces como experiencia humana se caracteriza por el encuentro de los amantes donde el Otro permanece siendo Otro por más que se desee poseerlo (Bastidas, 2016, p.11).

 

Es así como eliminar la distancia, hace de las personas seres incapaces de saber esperar. La lejanía es entendida hoy como sinónimo de dolor, de herida y de ansiedad, sin embargo, también posibilita un estado de reflexión en el que el «yo» se demora «en el Otro» (p.29). En la distancia siempre hay una demora o como lo expresa Hegel (1991): la renuncia de sí capaz de morir en el Otro:

 

El amor es una conclusión absoluta porque presupone la muerte, la renuncia a sí mismo. La verdadera esencia del amor consiste en renunciar a la conciencia de sí mismo, de olvidarse de sí en otra mismidad (Hegel, 1991, p.113)

 

Y en medio de esa muerte en el Otro, hay un retorno hacia sí, porque el Otro también muere hacia mi (Han, 2015, p.41). De esta manera en la renuncia de sí nuevamente se posee el sujeto: “precisamente al saberse cada uno en el Otro, ha renunciado así mismo. Amor” (Hegel, 2006, p.208)

 

Así, el Eros como amor se torna en una transformación. El Otro irrumpe la perspectiva de uno y deja surgir el mundo del Otro, “se da comienzo a algo del todo distinto” (Han, 2015, p.68):

 

El amor…interrumpe la perspectiva del uno y hace surgir el mundo desde el punto de vista del Otro o de la diferencia… debo recomponer de arriba abajo mi manera ordinaria de «habitar» mi situación (Badiou, 2004, p.71).

 

En este sentido y aunque parezca irónico, es a partir de la distancia que se logra la cercanía. En ella se impide que el Otro sea valorado como objeto común, por el contrario, se ve en «él» un «tú» y no un «ello», «eso o aquello» (Han, 2015; Lévinas, 2014). La distancia posibilita en el sujeto dirigirle la palabra a un rostro incrementando su vida hasta la muerte, es decir, renuncia simbólicamente para darle “continuidad al ser” (Han, 2015, p.42-43).

 

La distancia entonces surge como un mutuo reconocimiento en el cual ambas conciencias son la una para la otra (Hegel, 2006, p.15). Donde el Eros se torna en el amar trascendente del Otro superando el «ser-para-si» hacia un «ser-para-otro» y un «saberse-en-el-otro» (Hegel, 2006). La distancia es lo que hace posible “que el sujeto salga de sí mismo y entre en un espacio en el que el cuerpo del Otro no se reduce a un objeto, sino que es inacabable: en el Eros el Otro es la auténtica trascendencia” (Bastidas, 2016, p.12). La distancia hace posible el Eros donde “en él la vida se reencuentra como una duplicación y como unidad concordante de si mismo” (Hegel, 1978, p.262).

 

 

Referencias:

 

  • Badiou, A. (2004). La ética: ensayo sobre la conciencia del mal. México: Herder
  • Bastida, C. (2016). El concepto de Eros en la obra de Emmanuel Lévinas: una interpretación filosófica del amor y su relación con la ética. Tesis de pregrado de la Facultad de Filosofía y Letras. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
  • Han, B-C. (2015). La agonía del Eros. Barcelona: Herder
  • Hegel, G.W.F. (1978). Escritos de juventud. México: Fondo de Cultura económica FCE
  • ___________. (1991). Estética. Barcelona: Península
  • ___________. (2006). Filosofía real. México: Fondo de Cultura económica FCE
  • Lévinas, E. (2014). Alteridad y trascendencia. España: Arena Libros
  • Serrano, H., Serrano, C. y Ruiz E. (2016). El luminoso objeto del deseo: el cuerpo femenino y la escultura desde el género. Calle 14 Revista de investigación en el campo del arte, 11(20), 70-83

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