EDUCACIÓN 23

El poder de las palabras del educador en los procesos de paz

 

Fernández Guayana, T.G. (2019). Las palabras del educador en los procesos de paz. Revista Electrónica en Educación y Pedagogía. 2(3), 49-55. 

DOI: http://dx.doi.org/10.15658/rev.electron.educ.pedagog18.09020304

Disponible en: https://revedupe.unicesmag.edu.co/index.php/EDUPE/issue/view/3

 

Resumen

En estos tiempos álgidos, pero a su vez esperanzadores para Colombia, es imprescindible preguntarse sobre cuál será el aporte de los educadores en los procesos de paz. Un profesor no se dedica exclusivamente a transmitir un conocimiento, sino que su quehacer trasciende: el educador es una persona que impacta y orienta la vida de otras personas, y, para lograrlo, el mejor aliado es la palabra. En este sentido, el objetivo consistió en analizar sistemáticamente una experiencia particular en un aula de clase perteneciente al currículo de humanidades de la Universidad de La Sabana. El estudio acogió un enfoque cualitativo mediante el estudio de caso. En la situación presentada que surge en medio de una tensión entre dos estudiantes, fue el profesor, el buen uso de las palabras y sus aristas los que posibilitaron resignificar el discurso a pesar de las brechas académicas e ideológicas. En conclusión, en el aula, las palabras no sólo hacen referencia a un código sino también a la escucha, a ese acto de comprometerse en la comunicación; al reconocer, ese diferenciar entre acto-sujeto para juzgar objetivamente, y al silencio, ese estado de conciencia para pensar antes de decir alguna palabra.

 

Palabras clave: educación, profesor, paz (Tesauros), palabra, proceso de paz (Palabras clave del autor).

 

 

Introducción

Durante los últimos años, el ámbito educativo ha tenido una gran influencia por parte de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), las cuales, desde su bombardeo digital ilustrado (con imágenes), marcan el aprendizaje de una manera diferente, soliendo desplazar a las palabras a un sinsentido, como si fueran un objeto que se va a desgastar (González, 2017). De la misma manera, los hechos, como una forma de comprobación de la realidad, han sido predilectos en el medio. Dice la máxima popular: una imagen vale más que mil palabras; sin embargo, son las propias palabras las que hacen eco directamente en el sujeto: “toda palabra abre un cauce y marca un surco” (Pineda, 2004, p.12). De hecho, existen personas quienes guardan en un cofre las palabras que dijeron los profesores y que marcaron la vida, incluso, aquellas que alguna vez hirieron.

 

Es por esa razón que el poder de las palabras es difícil de reemplazarse, tanto que, en la filosofía griega, la dialéctica (palabras en la conversación) designaba un método de enseñanza predilecto para la búsqueda de la verdad. Las palabras son el medio por el cual se recibe y se construye lo más preciado que pueden tener las personas y una nación: la paz.

 

Antecedentes

Según los lingüistas, las palabras tienen su origen en la teoría de la onomatopeya, la cual sostiene que los seres humanos comenzaron a hablar imitando los sonidos de su entorno: de los animales y de la naturaleza. Desde la teoría gestual, las palabras se derivaron de un sistema gesticular en el que se podrían haber entremezclado sonidos vocales. Por su parte, el evolucionismo expresa que “fue producto de la necesidad del hombre primitivo para poder comunicarse y así transmitir lo que pasaba en su interior; el hombre por su naturaleza y raciocinio, necesita de la comunicación con los demás” (Horcas, 2009, p.3). Sin duda alguna, las palabras hacen parte de la facultad del hombre que marca una diferencia con los demás seres vivos.

 

Ahora bien, desde el punto de vista sociológico, las palabras hacen parte del mayor contenedor de significado, puesto que abren las puertas de la cultura. Con ellas se nombra el mundo y se esconde una historia, una realidad. Del mismo modo, dan cuenta de cómo es una persona y cómo puede ver e interpretar el cosmos. Las palabras hacen de testimonio de historias personales que se articulan con otras realidades a lo largo de la historia (Cobo, 2016).

 

Sin importar cuál sea la teoría y el medio lingüístico (escritura-habla) se recae en la misma conclusión: la palabra es un elemento inherente a la persona. Y así como el hombre cuenta con intimidad (mundo interior) y sociabilidad (está rodeado de otros igual a él), las palabras poseen dos dimensiones: “la primera es personal del individuo, va ligada a su propia vida; y la segunda se inserta en aquél, pero alcanza a toda la colectividad. Y este segundo significado conquista un campo inmenso” (Grijelmo, 2000, p.14). En consecuencia, el hombre requiere salirse de sí, pero como no es una tarea sencilla de lograr, entran en acción las palabras de los educadores como intermediarios para movilizar la relación entre el educando y el mundo.

 

Metodología

El estudio acogió un enfoque cualitativo mediante el estudio de caso, puesto que a partir de una experiencia particular en el aula, se indaga y se analiza sitemáticamente una situación. El estudio de caso se enmarca en el enfoque descriptivo-interpretativo, debido a que, a partir de un análisis detallado, se hacen descripciones y comprensiones que faciliten la interpretación (Bernal, 2010). Por consiguiente, se caracteriza por ser de corte heurístico, porque crea nuevos significados para ampliar las experiencias sobre la paz y el uso de las palabras; y, a su vez, es de corte particularista en la medida en que se centra en el estudio intensivo de una situacion en particular, en este caso, el conflicto académico dentro del aula de clase.

 

Caso de conflicto en un aula universitaria

En una sesión de clase del currículo de humanidades de la Universidad de La Sabana (Colombia) sucedió una escena de conflicto académico entre dos estudiantes, donde las palabras tuvieron el protagonismo.

 

En medio de una exposición acerca de los tipos de autoestima (Mruk, 1998), se formó un debate analizando a Adolf Hitler, quien en su juventud vivio el fracaso de no aprobar el exámen para la Academia de Bellas Artes de Viena donde quería formarse. Al estallar la I Guerra Mundial, se presentó voluntariamente al ejército alemán y dolido por la derrota, acusó de traidores a los judíos y marxistas, desde entonces dedicó su vida al Partido Nacional Socialista (Partido Nazi), el cual, fue propagado entre los alemanes desempleados y pobres (Joamich, 2005). Analizando estos embates en su vida y sus propósitos en búsqueda de la expansión por Europa y la redinigifación de la polación alemana, un estudiante defendió la tesis de que éste tenía un tipo de autoestima defensiva I (narcisista) y otro se opuso diciendo que sus rasgos hacían referencia al tipo de autoestima defensiva II (antisocial).

 

Los estudiantes discutieron a partir de sus conocimientos y opiniones haciendo callar a su rival con el afán de dejar clara su postura. Al observar que la situación indispuso también a los compañeros de clase, el docente medió en la situación: a cada estudiante en mención, se le brindó cinco minutos contra reloj para dar sus argumentaciones, sin interrupción por ningún participante. Posteriormente, se pidió la intervención del grupo con el fin de hallar una conclusión al tema, y se llegó al siguiente desenlace: El ser humano es un ser complejo y puede tener rasgos de varios tipos de autoestima. Es difícil ser cien por ciento de un solo tipo; por más autoestima sana (positiva) que tenga un individuo le será inevitable presentar algunos rasgos de autoestima baja (negativa). Al escuchar las argumentaciones del grupo, se terminó la clase reconociendo que las dos posturas frente a Hitler eran totalmente válidas: ambos estudiantes tenían la razón al exponer sus conocimientos y argumentar de acuerdo con la teoría trabajada en la clase. A su vez, se reafirmó que la conclusión dada por los compañeros, era la más cercana a nuestra realidad; sin embargo, los animaba a informarse sobre este caso en particular al tener como base distintos enfoques y así tomar una postura con fundamento.

 

Al finalizar la clase el grupo partió y, en medio de la dispersión, uno de los estudiantes del debate se acercó a su rival sonriente y estrechándole la mano le dirigió las siguientes palabras: Todo bien hermano, nos vemos. Los rivales se despidieron y en ese momento quedaron en el aula las palabras al viento, resonando, tal vez trascendiendo las paredes y los oídos de otros jóvenes. Pero en el instante, su música acompañó la satisfacción de haber aprovechado el cotidiano quehacer pedagógico para que las palabras cobraran otro sentido en medio de un ambiente de tensión y de brechas ideológicas.

 

 

 

Análisis e interpretación

El poder de las palabras en la educación

 

 

Nadie podrá medir el poder que tiene una palabra

Alex Grijelmo (2000)

 

 

Es evidente la dificultad para que a todos los estudiantes les llegue el mensaje del profesor y hasta el de sus propios compañeros; sin embargo, en esta labor, así se logre impactar a uno (o en este caso a dos) entre un grupo de 35 educandos, se puede considerar ganancia. Porque, aunque no lo parezca, ese 2% que reflexionó y repensó su existencia con lo vivido durante la clase, bien puede replicarlo a otros. De manera que en la labor educativa se ejerce una cadena infinita.

 

Ahora bien, no se puede negar que los estudiantes cuentan con un bagaje de preconceptos y de experiencias que marcan su actuar; no obstante, lo que se vive dentro del escenario académico los empodera para tomar una postura diferente frente a la vida misma. Es aquí, entonces, donde los educadores con sus palabras permean las propias palabras de los estudiantes que, en algún momento, serán replicadas. La relevancia de las palabras no sólo recae en el potenciamiento de la persona como individuo (el yo), sino que abarcan, de igual manera, el impacto que se genera cuando el individuo se dirige a los demás (el tú). La dialéctica concebida por Platón como la destreza para argumentar y por Aristóteles como la destreza al hablar (Cañas, 2010) hacen de las palabras una realidad humana que, al ser bien abonada, posibilita la vida; de allí su predilección en la transformación social y el establecimiento de acuerdos (Aranguren & Stork 2008). Las palabras hacen posible “un diálogo diferido en el tiempo” (D’Avenia, 2017, p.17).

 

Así mismo, según Grijelmo (2000), las palabras “son embriones de las ideas, el germen del pensamiento, la estructura de las razones” (p. 14), y con ellas se hace vivir a la poesía. En la reconstrucción de la paz se hace inevitable volver al comienzo: al verbo; y el verbo como aquél signo de sentido que transforme en poesía aquello que es valioso para la convivencia y que requiere manifestarse a través de las palabras.

 

Las palabras en la reeducación de la paz

Para comenzar a trabajar por la paz, se hace imprescindible valorar lo que se sabe del tema, pero, a su vez, deconstruirlo con el fin de resignificarlo. La paz abarca los actos, los pensamientos y los sentires permeados por un pasado que se agrupa en cápsulas lingüísticas. Es por eso que se hace difícil dejar de lado que cada persona:

 

Tiene arraigadas sus propias palabras, que crece con ellas, que las palabras son semilla de una herencia cultural que trasciende al individuo. Viven, pues, también en los sentimientos, forman parte del alma y duermen en la memoria… [Y que] como las personas, tienen un interior donde se les habrá adherido todos los usos que su historia les haya dado. (Grijelmo, 2000, p.14). De acuerdo con Buitrago, Delgado y Espinosa (2003), los medios que podrían facilitar los procesos de paz en el ambiente educativo universitario son:

 

La escucha: las palabras viajan a través del viento y del tiempo, requieren, por ello, de una escucha para que otro hable y de hablar para ser escuchado (Ariza & Baquero, 2014, p. 14). Consiste en comprometerse con total atención y captar con todos los sentidos el contenido de la comunicación.

 

El reconocimiento: ante los errores nunca juzgar a la persona sino los actos. En lugar de decir: Eres un perezoso (insulta el ser) reorganizar las palabras para decir: Parece que no estás dedicando el tiempo necesario a los trabajos (corrige el hacer). Y ante los aciertos, dirigirse a la persona y no al acto, evitar: Te quedó bien la exposición (el hacer), y motivar con: Eres un excelente estudiante (el ser).

 

El silencio: puede ser contradictorio, pero hay palabras cuyo silencio dice más. El silencio, incluso, es voz, aquella que se produce por la contemplación; así se logra una mejor expansión del ser. Desde el silencio brotan las más exquisitas piezas de música, cierto, y también las piezas de las palabras (Fernández, 2016).

 

En la etapa universitaria, la misión consiste en preparar a los jóvenes en una especialidad que hayan escogido por sí mismos en relación con un beneficio para la sociedad (Maritain, 2008). El ideal de paz, entonces, logra volverse una realidad, porque paz no significa exclusivamente el fin de una guerra (Mejía, 2016), sino el paso voluntario que da cada persona con el propósito de tener la capacidad de escuchar, valorar, reconocer y propiciar la participación de la comunidad -familia, amigos, vecinos, ciudad y sociedad-, en aras al mejoramiento de la convivencia (Sánchez, 2010). En efecto, el poder de las palabras trasciende los límites de la mente y los deseos.

 

Conclusiones

Un formador, profesor, padre, madre, asesor, tutor, tallerista o coaching en su real dimensión: un educador, éste es ante todo un cuerpo que cuenta con una voz, “una voz que canta, que cuenta historias, que construye arquitecturas imposibles y que abre puertas prohibidas” (Reyes, 2016, p. 9). Un educador es quien traza un hilo entre las almas. Por consiguiente, no hay labor más hermosa que la de formar a través de la palabra. Allí se logra hacer permanente lo que se fue, lo que está llegando y lo que se dejará, pero, ante todo, se resignifica el hoy. Causa curiosidad que en algunos documentos académicos se encuentren títulos sobre los temas de paz, denominados como: el futuro o el mañana; empero, el tema compete hoy mismo debido a que el mañana ya está aquí.

 

Por lo tanto, este texto se escribe como una forma de invitar con las palabras, a todos aquellos que se dedican a tan bella tarea de la educación (Bernal & Fernández, 2014; Day, 2006), a que reorienten la tarea formativa para que los estudiantes hagan buen uso de la herramienta más poderosa con la que cuenta el ser humano: la palabra. Tal vez, así, logren su propia libertad. Es de recordar que la labor de la “educación tiene que ver siempre con una vida que está más allá de nuestra vida, con un tiempo que está más allá de nuestro tiempo, con un mundo que está más allá de nuestro propio mundo” (Larrosa, 2004, p. 1).

 

Referencias

  • Aranguren, J. & Stork, J. (2008). Antropología filosófica. Un manual de excelencia humana., España: Editorial EUNSA
  • Ariza Landínez, P.A. & Baquero Rodríguez, M.J. (septiembre-diciembre, 2014). Educación, paz y posconflicto: oportunidades desde la educación superior. Revista de la Universidad de La Salle, 65, 115-134.
  • Bernal, C.A. (2010). Metodología de la investigación. Adminsitración, economía, humanidades y ciencias sociales. Bogotá, Colombia: Pearson.
  • Buitrago Jerez, O.; Delgado Sepúlveda, M.L. & Espinosa, L.M. (2003). Institución educativa. Entorno de paz y cultura del amor. Pereira, Colombia: Universidad Tecnológica de Pereira.
  • Cobo, M.P. (2016). La importancia de la palabra. De las palabras a los hechos. Disponible en: www.eltelegrafo.com.ec
  • Cañas Quirós, R. (julio, 2010). La Dialéctica en la filosofía griega. InterSedes: Revista de las Sedes Regionales de la Universidad de Costa Rica, (11), 22, 37–56.
  • Day, C. (2006). Pasión por enseñar: La identidad personal y profesional del docente y sus valores. Madrid: Narcea S.A. Ediciones.
  • D’Avenia, A. (2017). El arte de la fragilidad. Cómo la poesía te puede salvar la vida. Barcelona, España: La esfera de los libros.
  • Fernández Guayana, T. (11 marzo, 2016). La voz del silencio. Campus Periódico de la Universidad de La Sabana. Edición 1.327, 3.
  • González, L.A. (2017). Importancia de las palabras. Recuperado de www.alainet.org
  • Grijelmo, A. (2000). La seducción de las palabras. España: Punto de lectura.
  • Horcas Villareal, J.M. (2009). El origen del lenguaje. Contribuciones a las Ciencias Sociales, 3. pp.1-6.
  • Joamich, F. (2005). Hitler. Un biografía. Barcelona: Planeta
  • Larrosa, J. (2004). La experiencia de la lectura. Estudios sobre literatura y formación. México: Fondo de Cultura Económica
  • Maritain, J. (2008). La educación en la encrucijada. España: Ediciones Palabra.
  • Mejía, M.R. (enero-marzo 2016). En busca de una cultura de paz. Desde una pedagogía del conficto y la Negociación cultural. Contexto e Educação, 61, 61-92
  • Mruk, C. (1998). Autoestima: investigación teoría y práctica. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer
  • Pineda Muñoz, J. (octubre, 2004). Relatar, narrar y fabular los modos del habitar ecopoético. Revista Luna Azul, 19, 1-5.
  • Reyes, Y. (2016). La poética de la infancia. Bogotá, Colombia: Luna Libros.
  • Sánchez Cardona. M. (julio-diciembre, 2010). La educación para la paz en Colombia: una responsabilidad del Estado Social de Derecho. Revista VIA IURIS, 9, 141-160.

Desde la web primaria:

 

Revista Electrónica en Educación y Pedagogía

www.revedupe.unicesmag.edu.co

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Las palabras del educador en los procesos de paz
Publicado en diciembre del 2018
Revista Electrónica en Educación y Pedagogía
Volumen 2
Número 3
Página 49 - 45
Universidad CESMAG, Nariño - Pasto, Colombia
4.1 Las palabras del educador en los pro
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