HUMANIDADES 16

El amor: sustancia de vida

INVITADA ACADÉMICA: adriana carOlIna niÑo

Magíster en Asesoría Familiar y Gestión de Programas para la Familia y Psicóloga adiananino1@unisabana.edu.co

 

 

La búsqueda de la felicidad es personal, pero el medio común para llegar a esta meta suele ser el amor. Por tanto, quien no comprende o halla el amor suele percibirse como desdichado. De ahí el uso de frases como “no creo en el amor” o “el amor no existe”. Entre los seres vivos, el ser humano es el más vulnerable al nacer; necesita de otros para sobrevivir, crecer, dialogar, aprender hábitos, entre otros aspectos esenciales en su desarrollo.

 

Ricardo Yepes Stork explica que la persona que no cuenta con el apoyo de los demás se frustraría porque no tendría destinatario a quien dar de lo recibido en su intimidad, de lo aprendido. Una vida solitaria es estéril, es convertirse en una sombra entre los vivientes. De esta manera, el amor es la experiencia más intensa y rica que se da entre las personas.

 

Pero, entonces, ¿qué es el amor? Los medios de comunicación, reconociendo la fuerte necesidad humana de amar y ser amados, plasman historias de amor, canciones, películas, productos, novelas y series; todo aquello cargado de frases, imágenes, fantasías y emociones que incitan a anhelar y aparentemente conseguir ese profundo “sentir”. Alessandro D’Avenia (2013) en una de sus obras describe a un profesor un poco desesperado en su búsqueda:

 

“¿Dónde está, qué es, quién es? Todo el mundo lo quiere, grita y se desespera si no lo posee. ¿Por qué?, se preguntaba el profesor, y no le quedaba más remedio que buscar entre las cosas y las personas, que preguntar, que dar vueltas en la cama. ‘Oh dime la verdad sobre el amor’, es el título de un poema pero no contiene la respuesta, como pasa con todos los poemas que envuelven en palabras el misterio más importante sin desvelarlo jamás. Palabras que prometen pero ocultan”.

 

La verdad es que todos los actos de la vida humana tienen que ver con el amor, ya sea porque lo afirman o lo niegan; de ahí, el no saber cuándo se está amando o se está utilizando a alguien con las decisiones que se toman cotidianamente. Los sentimientos pueden acompañar estos actos, pero no son una condición necesaria para amar; también pueden expresarse sentimientos hacia alguien, pero esto no necesariamente implica amar, requiere siempre de algo más. Para romper con este misterio, Aristóteles explica que amar es “querer el bien del otro en cuanto al otro”.

 


Según Tomás Melendo (1992), este misterio develado tiene varias consecuencias en el comportamiento de quien decide amar en la cotidianidad a quienes lo rodean: “Hacer reales a las personas. Las personas no son medios para conseguir lo que necesitamos; son únicas, valiosas; cada una aporta algo inigualable al sentido de la vida donde quiera que se halle.

 

Cuando se comprende esta realidad, las actitudes se modifican, se incrementa el respeto por el otro”. “El amor no es ciego, es clarividente”. Es buscar conocer y comprender la belleza que cada persona lleva inscrita en el corazón, sus potencialidades y sus limitaciones. También es querer que sea bueno, crezca y sea mejor, así como implica aumentar la calidad e intensidad de cada acto que se ejerce, acompañado de amabilidad y cariño respetando siempre la libertad del otro. Por último, el amor es obrar sin esperar nada a cambio; es una entrega incondicional en la cual la persona siempre será la meta. Yepes (1999) agrega que solo “el amor hace que la vida merezca la pena”.

 

La desdicha, el resentimiento y el desasosiego nacen cuando los actos que se ejercen cotidianamente niegan el amor. Amar es una decisión que cada persona en su libertad puede ejercer plenamente, aun cuando pueda pensar que no ha sido amada; empezar a amar puede ser la estrategia que permita suplir la necesidad de ser amado. Por tanto, cada persona está llamada a recuperar la alegría y la esperanza con el amor que puede ofrecer cada día, puesto que “no hay límites de piedra que puedan impedir el paso del amor, y lo que puede el amor, ha de intentarlo el amor”, como dice Alessandro D’Avenia en Cosas que nadie sabe.

 

Referencias:

 

  • Ayllón, J. R. (2009). Tal vez soñar: Filosofía en la gran literatura. Barcelona: Editorial Ariel.
  • D’Avenia, A. (2013). Cosas que nadie sabe (C. Palma Hunt, Traductor). Zaragoza: Editorial Grijalbo.
  • Melendo Granados, T. (1992). Ocho lecciones sobre el amor humano. Madrid: Ediciones Rialp, Biblioteca Instituto de Ciencias para la Familia.
  • Yepes Stork, R., & Aranguren, J. (1999). Fundamentos de antropología: Un ideal de la excelencia humana (cuarta edición). Pamplona: Eunsa, Colección Filosófica 139

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Semana del 22 al 22 de amyo de 2017
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