Agosto, 2023

Experiencias transformadoras del sentido de vida mediante la labor docente

 

Ochoa Gómez, L. P., Torres Ortiz, F., Pinto Casas, A. P., Nova Garavito, H. E., Fernández Guayana, T. G., & Díaz Galindo, Y. T. (2023). Experiencias transformadoras del sentido de vida mediante la labor docente. Revista Cognosis, 8(2), 27–40.

Categoría D

DOI: https://doi.org/10.33936/cognosis.v8i2.5794

Disponible en: https://revistas.utm.edu.ec/index.php/Cognosis/article/view/5794

 

RESUMEN. El presente ensayo comparte las experiencias vividas en torno al sentido de vida de cinco maestros en ejercicio que trabajan con diferentes poblaciones y zonas de Colombia. Surge como respuesta a las conclusiones de un estudio de corte cualitativo y diseño fenomenológico sobre el sentido de vida a través de la docencia. Adicionalmente, este manuscrito pretende plasmar una apuesta que reivindique las acciones burocráticas en las cuales se ve inmersa la labor docente, analizando entonces sus sentires más profundos y que trascienden el hecho de enseñar. Para ello se narran anécdotas de vivencia en el aula y tras ellas, se realiza un ejercicio hermenéutico en torno a las categorías de análisis de la docencia, la práctica educativa, la experiencia profesional y el sentido de vida. Estas narrativas revelan que ser maestro no sólo influye en la vida de los educandos, sino que también afecta la propia vida del profesor, ya que se asume como hacedor de la realidad a través del ejercicio pedagógico, y, por tanto, vuelve a pensarse la vida para construir el mundo de una manera distinta y mejor.

 

Palabras clave: Transformación; Experiencia vivida; Sentido de vida; Docencia; Práctica educativa

 

INTRODUCCIÓN

Ser maestro es una vocación de total entrega. Es una forma de sensibilizarse ante la presencia del Otro independientemente de lo que éste sienta, piense y haga; sin importar el sexo, la raza, condición social o cultura. Es a partir de la docencia que se logra impulsar al niño, al joven y al adulto a querer ser parte del mundo en el cual se encuentran inmersos; pero a su vez, el ejercicio educativo brinda como resultado no sólo el buen desempeño académico y humano de los estudiantes, sino también la realización personal de quien ha decidido ejercer la profesión de educar. De allí parte la profundización de las historias y experiencia vivida de un grupo de maestros que a lo largo de su trayectoria profesional le dan significado y sentido a su vida a través de la docencia. De manera que este artículo se presenta como una forma de reivindicar la identidad docente ya que educar cala lo más hondo hasta el punto de intervenir en la felicidad, trascendido todo carácter económico, asistencial, de reconocimiento, así como el sufrimiento, el sacrificio y las vicisitudes que se pueden encontrar en el camino de ser profesor. 

 

Al respecto, el estudio “Autorrealização e transcendência: o sentido na docência, o sentido em sua vida” (Grassi, 2021) expone que es necesario analizar los índices de sentido de la vida y autorrealización en la enseñanza debido a que el ser humano es un ser cuyo interés primordial es encontrar significado en la vida. Dentro de los resultados se arrojó que la autorrealización y la trascendencia se relacionan con el trabajo del maestro dada su capacidad de reflexionar sobre su quehacer pedagógico. Esto permite entonces al maestro ampliar sus posibilidades y encontrar motivación para continuar siendo sujetos de su trayectoria, conscientes de ser transformadores y constructores de una sociedad. De igual forma, en el estudio “La Responsabilidad del Maestro: una Vocación por el Otro” (Fernández, 2020) se concluye que la educación gira en torno al constante ir y venir de la reflexión de la gestión de aula hasta el punto de transformar la propia vida del maestro. Es por esa razón que los sentidos de responsabilidad para el profesorado surgen a través de un proceso que inicia con el desprendimiento ellos mismos, luego se abren a la presencia desbordante del estudiante y, por último, le brindan una respuesta a partir de la palabra, los gestos, las acciones o las decisiones que toman.

 

De otro lado, el informe internacional de la UNESCO “La educación sigue siendo un “tesoro” (Sanz-Ponce y González-Bertolín, 2018) plantea que los profesores han perdido su horizonte y rumbo dadas las exigencias del medio social, cultural, económico y político. Por lo tanto, crearon una nueva carta de navegación que le permite al maestro una llegada precisa a su sentido de autorrealización profesional desde la docencia, pues al final, un profesor satisfecho con lo que hace podrá transformar la vida de sus estudiantes y sus familias. Así mismo, la investigación “Satisfacción con la vida y calidad de vida laboral en docentes de instituciones educativas estatales de Lima Metropolitana” (Reyes, 2017) analiza la relación que existe entre la SCV (La satisfacción con la vida) y la CVL (la calidad de vida laboral) que tienen los docentes de instituciones educativas estatales de Lima Metropolitana de la UGEL N°3, dando como resultado que los docentes de instituciones educativas estatales se encuentran insatisfechos con la vida a nivel general debido a que perciben que existe una mejor CVL en el magisterio pero su estado de salud se ve disminuido. 

 

Dadas las realidades que giran en torno al quehacer docente y la afectación que trae en su propio sentido de vida, se presentan a continuación cinco experiencias vividas de maestros colombianos que trabajan en diferentes niveles educativos y zonas del país, cuyo propósito es demostrar a la comunidad académica la relevancia de rescatar su voz desde sus propias perspectivas, ya que la educación no sólo concierne al enseñar. Para ello, se presentan las anécdotas y posteriormente un ejercicio hermenéutico que permite comprender las experiencias vividas a partir de categorías teóricas como la docencia, la práctica docente, la experiencia profesional y el sentido de vida.

 

DESARROLLO

Acciones ordinarias con un amor extraordinario: 

"Por situaciones de la vida, mi practica pedagógica continua en la zona rural.  Llegué a una escuelita, en lo alto de la montaña, zona post conflicto, de difícil acceso, en Ataco Tolima, en el año 2019 un lugar sin condiciones dignas para laborar como muchas de las escuelas rurales en Colombia. Me encontraba con una comunidad muy acogedora, tan solo con ocho niños en modalidad multigrado. Era una experiencia nueva, puesto que nunca había laborado en zona rural, tuve que iniciar un proceso de enseñanza mutua, ya que jamás había vivido en el campo, de manera que tenía un alumnado y a su vez era alumna de la comunidad.

Recuerdo que, finalizando el año, me comentan que era necesario organizar la clausura, actividad que nunca había liderado, pero en este caso era la única encargada para ello. Con muchas dudas y poca experiencia organicé un evento con presentaciones de los niños, innovamos con una obra de teatro y una canción navideña en inglés. Considero que fue una experiencia novedosa porque los niños participaron activamente, no los había visto tan felices. Además, con esa actividad descubrí otras cualidades y habilidades que había dejado pasar en el aula. 

Desde la sede principal me hicieron llegar las menciones de honor para los niños que se graduaban ese año, pero en mi nació la necesidad de reconocer en los demás niños sus cualidades, así que elaboré otras menciones de honor. Llegó el día de la clausura, en el ambiente había choque de emociones y nerviosismo, motivé a mis estudiantes para que le presentaran a sus papás los números ensayados, los llene de confianza, autoestima y como era de esperarse, lo hicieron maravilloso, tanto así que los asistentes tenían lágrimas en sus ojos, los aplausos no se hicieron esperar.

Se concluyó el evento con la ceremonia de grado para los dos estudiantes de quinto y uno de preescolar. Entregué sus menciones, los felicite y continúe llamando a los demás estudiantes y haciendo lectura de su mención, al acercarse cada uno, pude notar en sus ojos la emoción de recibirla. Sus padres también estaban extrañados, pero felices, pues comúnmente las menciones en esta fecha se entregan solo para los graduandos. Al finalizar uno de los padres me pidió la palabra y dijo: “Profe hoy me siento sin palabras, usted encontró en nuestros hijos cosas buenas y a cada uno de ellos les regaló un diploma, nosotros no le trajimos nada, aun sabiendo que usted ha sido una excelente profesora, hemos notado en este corto tiempo la alegría de nuestros niños, le pido disculpas, usted se merece también una mención”. Estas palabras calaron en mí, no me esperaba tanta acogida, no sentía que había hecho algo extraordinario, estaba feliz de ver el avance de mis niños y ellos se merecían también un reconocimiento. 

No puedo negar que, en el fondo, luego de mi entrega en el aula, las palabras de agradecimiento se convierten en la mejor mención que puedo obtener. Con esas palabras que me dirigió ese padre de familia pude sentirme valorada, pero, sobre todo, sentí satisfacción de ser maestra porque en sus rostros había alegría. Es así como en mi primera clausura tuve éxito y me enamoré de esta labor para seguir ejerciéndola. 

Por si fuera poco, al año siguiente mi curso de multigrado había crecido considerablemente. Ya no tenía 8 estudiantes sino 18. ¿Quién lo iba a creer? La escuela rural que ha sido abandonada por el Estado y golpeada por la guerra tuvo también su reconocimiento por la transformación que le brindó una de sus profesoras."

 

Es evidente como la docencia nos pone de frente diversas situaciones que nos invitan a transformar escenarios de aprendizaje. Como expresa Minakata (2000) “en el acto de educar el maestro se ve obligado a convertirse en un -educando permanente-” (p.16), de aquí que, los maestros que viven transformaciones en su experiencia profesional aprenden continuamente de sus estudiantes, y así edifican su vida personal y construyen el significado como docente. De igual manera, son este tipo de prácticas las que dan sentido de vida a la labor docente, marcan un antes y un después, llevan a el análisis y a     autoevaluación de la profesión escogida, la cual trae como resultado que vale la pena estar ahí, en este caso, para ver sonreír a quienes por las atrocidades de la guerra sufrieron tanto. Para mi tiene sentido entregarlo todo a una comunidad que abrió sus puertas cuando llegue con dudas, pero también con sueños y que a través de esta experiencia se fue consolidado mi identidad y vocación. 

 

Son estas anécdotas las que enriquecen la experiencia profesional porque van moldeando un estilo en la vida del docente. Está práctica en particular llevó mi quehacer a un enriquecimiento personal en el que se vieron involucradas la interrelación entre las nociones de deseo, voluntad, valoración, conciencia e intencionalidad, las cuales me permitieron identificar los alcances que una actitud o proceder, pueden transformar situaciones y adentrarse en la vida de las personas. De tal modo, qué se está dejando huella y una huella quizá imborrable que genera conciencia de lo importante que es la educación en nuestra sociedad. Fortalecer nuestra subjetividad hace que tengamos más responsabilidad con el aprendizaje del estudiante, generar un cambio, tener una evolución. Ser maestro es transformar nuestra escuela para un bien común frente a la sociedad. Tal como lo analiza Davini (2015) “Las prácticas docentes están integradas por un amplio abanico de posibilidades concretas relacionadas con los ejes centrales de la acción profesional, cualquiera sea el contexto escolar específico en el que el docente se desempeñe” (p.83). Así pues, se logra evidenciar la trascendencia de las prácticas pedagógicas en el hecho educativo, al mismo tiempo que el maestro encuentra un sentido de vida que le permite dar valor a su quehacer y este, a su vez, conlleva a la satisfacción y convicción de que lo que se hace, posibilitando así fortalecerse como persona y como maestro en su hacer en el mundo.

 

Mis sueños, la realidad y mi recompensa:

"Transcurría el año 1991, llevaba 2 años de haberme graduado como Licenciada en básica primaria, conseguir empleo era absolutamente complicado y los contratos que podía aceptar, eran muy mal pagos o no cumplían mis expectativas, por tal motivo, siempre busqué entrar al Magisterio en propiedad. Después de tocar una y otra puerta, hubo una que se abrió. Yo, soy de un municipio del sur del Tolima, Colombia y cuando salí de allí en búsqueda de fortalecer mi proyecto de vida, siempre tuve en la mente el poder regresar y contribuir a su desarrollo de alguna forma… La vida me estaba dando esta oportunidad. 

En ese momento, ya era mamá de dos hijos y tenía un hogar estable en la ciudad de Ibagué, la decisión no fue fácil. Tenía que irme con mis dos retoños para un pueblo que si bien, era mi cuna y deseaba hacer algo por él, mis hijos y mi esposo eran la prioridad. Sin embargo y gracias a la infinita comprensión de Jorge, mi esposo, partí en búsqueda de lograr mis metas. Al llegar al municipio, donde fui nombrada en propiedad, tuve la fortuna de contar con el total apoyo de mi mamá y de mi familia, quienes cuidaban a mis hijos de 6 y 2 años mientras yo, madrugaba a las 4 de la mañana para tratar de dejar todo listo para ellos, y así salir a buscar el UAZ que partía del casco urbano del municipio hasta la vereda el Diamante. Recuerdo que pensaba que de diamante sólo tenía el nombre. 

Ya en la vereda y viendo la realidad de muchos niños de este país, como el difícil acceso a la educación, dificultades a nivel nutricional, familiar y emocional, daba lo mejor de mí, siempre pensando en que ellos podrían ser mis hijos y que merecían todo mi cariño, amor y vocación.  Recuerdo sorprenderme por observar que a pesar de las dificultades y de las pocas oportunidades que se viven en la zona rural, mis estudiantes, siempre tenían una frase motivadora, una sonrisa, un juego, un abrazo que me fortalecía para llegar a mi hogar y seguir dando lo mejor de mi existir.

Así, transcurrieron dos años de haber empezado a cumplir mis metas a nivel profesional y personal, estar nombrada en propiedad, contribuir al mejoramiento de la calidad de vida y educativa de los niños de mi amado municipio y tratar de darle una mejor calidad de vida a mis hijos. Exactamente, a los dos años, lamentablemente, tuve que regresar a Ibagué, pero se quedaron en mí, todos los aprendizajes obtenidos con esta experiencia, las sonrisas, los abrazos, las alegrías, dificultades y agradecimientos que diariamente me mostraban los estudiantes y sus familias."

 

Como menciona Bisquerra (2005) la finalidad del proceso de la docencia es “potenciar el crecimiento personal y social para la vida de los maestros en formación” (p.25), sin embargo, este se construye con base en tener y mantener una vocación enfocada en el servicio a los demás, evidenciando un grado significativo a nivel profesional, personal y familiar, llegando a transformar, sueños, realidades y proyectos de vida de las personas con las que se tiene la posibilidad de interactuar. Es de esta manera que, según Cerquera (2016) el docente juega un papel fundamental para la vida en sociedad, su comunidad y como ser humano puesto que es un ser que piensa, sintiente y actúa, y que, de igual forma, se afecta por diferentes situaciones ajenas que logran tocar su sentido de vida. Es así que, esta experiencia profesional favoreció en mí salir de la burbuja en la que vivía, conocer las diferentes realidades de los estudiantes y me abonó el camino para crecer a nivel profesional y familiar. 

 

En cuanto a la experiencia profesional y según el M.E.N (2014): “La formación, capacitación, actualización y perfeccionamiento de los educadores en servicio debe contribuir de manera sustancial al mejoramiento de la calidad de la educación y a su desarrollo y crecimiento profesional” (Art. 38 Decreto 1278 de 2002). Sin embargo, dicha experiencia, en cada docente es única, compleja y dinámica, generando satisfacción y sentido a sus vidas, la cual se da desde la realidad y particularidad propia de cada comunidad y estudiante. De igual forma, esta experiencia contribuyó a que de alguna manera mi práctica educativa influyera considerablemente en la vida de los estudiantes y sus familias porque se mostraron atentos, alegres por aprender, responsables en el aprendizaje y comenzaron a demostrar sus emociones. Tal cual como lo menciona Villalpando (2020) las prácticas de los docentes muestran diversos rasgos que logran evidenciar capacidades, habilidades y saberes, para así, tener en cuenta, las necesidades de los cambios educativos a nivel personal y social.

 

Un abrazo también enseña:

"Todo comenzó en el año 2019 cuando uno de mis estudiantes de 5 años marcó para siempre mi experiencia como docente. ¿Cómo lo hizo?, pues logró que yo hiciera un alto en el camino y replanteara mi quehacer como educadora. Yo me encontraba trabajando en una institución educativa distrital, en localidad de Usme (Bogotá), grado transición. Rafael era un niño del grado transición. Es importante resaltar que Rafael no era niño que todas las profesoras “querían” por el contrario, era “difícil” ya que a las docentes nos “mordía, escupía, jalaba el cabello y utilizaba palabras soeces para referirse a nosotras”. Era muy difícil.  A esa situación se le sumaba su diagnóstico de síndrome de abstinencia, dado el consumo de sustancias psicoactivas por parte de la madre durante el embarazo. Según el diagnóstico de Rafael, el síndrome provocaba comportamientos irritables y nerviosos que imposibilitaban manejar las situaciones que pasaban a su alrededor. 

Llegó un momento en el que el niño se sentía tan apático a estar dentro del colegio que empezó a dañar puertas, romper vidrios y propinar patadas el rodadero del colegio para romperlo. Al ver que no cumplía su cometido, optó por otra estrategia, tomó entonces las piedras del piso y las aventó a los carros de los profesores, por si fuera poco, también los rayó con un alambre. La situación de Rafael se fue convirtiendo en tormentosa tanto para su directora de grupo , como para todo el colegio. No sabíamos qué hacer. 

  Yo hacía parte del equipo de docentes que tenían interacción con Rafael, dando clase de artes y desarrollo corporal. Continuaron las clases y llegó un momento en el que me dije a misma: "yo no sirvo para ser docente" estos pensamientos llegaron a mi mente por momentos de frustración en los cuales me sentaba en las gradas del colegio con lágrimas en los ojos y decía “no sé en qué estoy fallando, para no saber qué hacer, no sé qué hacer en el caso de Rafael”. En ese instante me levanté, me sequé las lágrimas y me dirigí hacia él, lo abracé y le dirigí estas palabras: “Rafita yo te quiero mucho y si estoy llorando es porque no sé cómo ayudarte”. En medio del abrazo, descubro en su mirada algo de asombro, y me dice "a mí nunca me habían dicho que me querían" él continuó con estas palabras "yo también te quiero" y el abrazo se hizo más fuerte. En ese momento, entendí y descubrí que no solo estaba ahí para impartir conocimiento, también estaba para transformar emociones. Me replanteé la formación del ser humano, ya que cada uno cuenta con necesidades diferentes, en especial los niños. Para mí, ese momento se convirtió en un reto, así que trabajé duro para que Rafael adquiriera herramientas para el control de sus emociones, su ansiedad y temperamento. 

Posteriormente, compartí la experiencia con mis compañeros docentes y decidimos implementar el abrazo y beso a la entrada del colegio. No sólo Rafael se benefició, sino también los demás estudiantes. Comenzamos a cambiar nuestra interacción, así que empezamos a utilizar palabras de afecto tales como: "lo hiciste muy bien", "estamos muy orgullosos de ti". Por si fuera poco, empezamos a incluir a Rafael y a otros estudiantes en la izada de bandera, resaltando otros valores a parte del rendimiento académico. De igual manera se empezó a realizar la celebración de los cumpleaños, lo cual permitió una interacción más cercana con cada uno de ellos. Todo esto permitió que Rafael se integrara con su grupo de clase sin agredir a nadie. Rafael terminó su preescolar cómo un niño destacado, mostrando una transformación en su comportamiento y proceso de aprendizaje."

 

Las experiencias vividas en el aula surgen como una excusa para la introspección y replantearnos como debemos transformar la educación desde nosotros mismos, y la mejor forma de lograrlo es haciendo un alto en el camino y evaluar nuestra realidad profesional y educativa. Según Vergara (2005) la docencia motiva a una constante examinación de la enseñanza en torno a sus esquemas de funcionamiento y las actitudes propias, porque todas ellas se asemejan a un motor “que orienta la conducta de los individuos” (p.14). En ese sentido, puedo decir que desde que tuve la anterior experiencia en el aula, se ha fortalecido mi práctica educativa porque no hay día en el que no acoja a un estudiante y vea en éste la posibilidad de transformar su realidad. Yo veo en mis actuales educandos el reflejo vivo de Rafael, por esa razón doy todo de mi para que sean los responsables de su aprendizaje, de la construcción de sus subjetividades, del control de sus emociones, del trabajo en equipo y de la mejor toma de sus decisiones. Al respecto, Ysern (2003) comenta “El buen educador pretende anticipar en la escuela la sociedad… Hemos nacido para construir una sociedad justa, y la educación es la herramienta que nos lleva a lograrlo”, en consecuencia, esta anécdota me enseñó que sí se puede dejar huella en otros desde la educación.

 

Ser docente hoy es un reto que no todos quieren asumir, pero si se comprendiera el poder que tenemos, probablemente Colombia sería distinta. Cuando el profesor imprime emoción al proceso de enseñanza-aprendizaje se está recurriendo a una relación de amor donde el profesor se entrega por el bien de sus niños, jóvenes y sus familias. Mi experiencia profesional puede dar cuenta de cómo los conocimientos no son lo único indispensable en la formación de las personas, se hace necesario entonces que la construcción del aprendizaje sea permeada por el afecto, un abrazo, unas palabras de aliento, una mirada dulce y el cariño sincero. Ahora bien, cabe aclarar que no todas las experiencias de aula son del todo exitosas, a la larga erramos a menudo, pero si no fuera porque Rafael afectó todo mi mundo interior, no habría podido lograr cambios en él y mucho menos en mí como maestra. Según Yáñez (2014) la importancia de los afectos dentro la construcción del sentido de vida del individuo en relación con los otros es lo que posibilita trascender todo acto humano. En mi caso, mi labor como maestra y persona recobraron mayor sentido cuando me comprometí realmente conmigo y con mis estudiantes.

 

De un estudiante también depende un profesor:

"Dentro de mi vida personal, siempre me había llamado la atención el ser profesional en el campo de la docencia, ser el orientador que infunde el conocimiento de una manera divertida, espontánea, pero a la vez seguro de lo que transmitiría a los educandos. Es así como a los 18 años de edad, me dirigí a la universidad de los llanos ubicada en Villavicencio Meta Colombia, para cumplir este objetivo a través de la Licenciatura en Educación Física, Recreación y Deportes.

Logré entonces cumplir mi sueño de graduarme, pero fue aquí donde inicio lo más importante del ser docente para mí, empecé como docente en una institución pública ubicada en la ciudad de Villavicencio.  Tuve a mi cargo el grado 6° con niños y niñas entre las edades de 11 a 12 años. Era población de escasos recursos y el barrio se caracterizaba por acoger población de extrema vulnerabilidad. Recuerdo que en el mes de septiembre Mónica en la entrega de boletines del periodo 3 se percata de haber perdido la materia que tenía a mi cargo de Educación Física y Deportes.  Ella perdió por incumplimiento en sus trabajos, práctica deportiva e inasistencias, entre otros criterios que no cumplió dentro del mismo periodo. Al día siguiente, ella se dirige a la sala de docentes donde yo me encontraba calificando trabajos escritos de otros grados, se acerca silenciosamente y me insulta sin pudor en su vocabulario. Al verla, pude notar en su mirada odio hacia mí y un fuerte impulso por golpearme. Quedé sorprendido, quedé congelado, no supe cómo reaccionar frente a lo que me estaba pasando, tuve todas las emociones en ese momento (ira, impulso de hacer lo mismo o confrontarla) tuve también la sensación de querer resaltar mi autoridad como docente, pero no, no lo hice porque me controlé muy bien y dejé que ella se descargara sobre mí. 

Al día siguiente, la cité a la sala de profesores porque quería conversar con ella, dejar a un lado el rol docente – estudiante y sentirnos más humanos, de manera que mi intención era escucharla y solucionar el impase.  Ella se sentó al lado mío y me contó su vida: era una niña de escasos recursos donde sus padres se alimentaban del vicio, por lo tanto, no eran afectuosos con ella, poca era su comunicación y carecían de darle ejemplo. Mientras me seguía contando sobre ella, surgió en un momento una confesión: Mónica era la jefe de una pandilla del barrio. Quedé realmente atónito y anonadado, pero no la juzgué. Simplemente me dediqué a escucharla y lograr resolver el conflicto por la nota de Educación Física, lo cual se logró. Ella se comprometió entonces a que para el siguiente periodo iba a ser la mejor del salón y a resaltar con muy buenas calificaciones. 

Las semanas siguientes tenía que llegar a la I E (Institución Educativa) para la práctica de una banda marcial que teníamos dentro de la Institución. Llegué a las 5:30 am y esperé que me abrieran el portón, pero en ese momento llegaron unos muchachos encapuchados a robarme. Para mi sorpresa Mónica ya estaba en la Institución esperando su jornada, ella se da cuenta de la situación y salió en mi auxilio. Recuerdo que ella gritó “al profe no me lo van a robar pirobos , déjenlo quieto, es mi profesor”. Afortunadamente, los muchachos se fueron, luego ella se acercó y me dijo: “¿profe estás bien?”  Quedé nuevamente sorprendido al darme cuenta, que ella realmente me sintió como su profesor, mostró su cariño y me protegió. Eso me hizo sentir feliz, así que le di las gracias. Desde entonces logré entender que mi quehacer docente va más allá de dictar una clase."

 

Teniendo en cuenta la anécdota anterior, decidí fortalecer ese anhelo que tenía por ser un profesional en ese campo de la docencia. Es allí, donde Mónica jugó un papel muy importante para poder fortalecer mi práctica educativa, pues inició con una problemática donde ella por su incumplimiento académico, obtuvo resultados negativos, tomando estos de manera personal, afectando así, la relación temporalmente entre docente – estudiante.  Por ende, y como lo manifiesta Mieles-Barrera, Henríquez-Linero y Sánchez-Castellón (2009) “Un maestro/a puede lograr que un niño rechace o ame su escuela, que sienta que es una persona importante, o, por el contrario, que llegue a pensar que es tonto, torpe o “que no sirve para nada” (p.46). Posteriormente no solo me dediqué a transmitir el conocimiento, sino que reflexioné sobre la verdadera función de mi ser docente para poder aliviar las cargas emocionales que ella presentaba y que estaban relacionadas con su núcleo familiar. La escuché atentamente, comprendí su actitud sin juzgarla, la miré a los ojos y con respeto le hablé con claridad buscando mediar la problemática académica.

 

Por mi parte, presenté actitudes de acercamiento como la confianza, la empatía y la asertividad cuando observé lo sucedido con la pandilla del barrio y Mónica sin medir peligros, me defendió frente a todos. Su actitud provocó sentido a mi quehacer docente por hacerme cobrar esa seguridad con la que ella se expuso para defenderme y resaltar que era su maestro independientemente de lo sucedido en lo académico. Esto hizo que mi experiencia profesional girara 180º porque comprendí que el afecto y el amor que ofrece un estudiante por su maestro dentro del contexto educativo posibilita generar confianza para superar todos los obstáculos académicos que se presenten, tal como sucedió con Mónica, quien logró al final la aprobación de su año lectivo.

 

Más vale la ternura que la tiranía:

“Esa niña que vas a tener, ¡es terrible!, muy difícil de tratar y de trabajar” comentó una docente de preescolar cuando me entregó el curso de Transición B con el cual iba a trabajar durante el año 2015. “Salomé es brusca, desobediente, es una chica dura” continuó. En mi cabeza resonaron esas palabras, pero no podía juzgar a mi estudiante de tan solo cinco años. Por lo tanto, decidí observarla y seguir con mis actividades en el aula. A la semana de haber trabajado con ella y con el grupo, me percaté en que su actitud había cambiado, tanto así que la fonoaudióloga me comentó: “esa niña es otra” y me preguntó qué estaba haciendo yo, pues ahora ella intentaba terminar sus trabajos, seguía indicaciones y de vez en cuando ayudaba a sus compañeros.

Al escuchar sus palabras, decidí hacer un ejercicio reflexivo de mi propio quehacer pedagógico con el fin de encontrar los elementos que estaban influyendo para motivar el cambio de actitud y comportamiento en Salomé. Evidentemente ejercía las labores de una docente de preescolar: tenía en cuenta los intereses de los niños, establecía normas de convivencia en conjunto con ellos, trabajaba una rutina, pero, a su vez, tendía a la flexibilidad curricular, adaptaba ciertos contenidos a las características particulares del grupo, era paciente y dedicada.

Realmente, no encontraba novedad en mi ejercicio profesional. ¿Qué de distinto hacía yo para que niñas como Salomé lograran mejorar su disposición frente a la educación? no obtuve respuesta alguna, así que proseguí con las actividades del año escolar. Unas varias semanas después, empecé a recibir quejas de Salomé por parte de otros profesores ya que ella recibía algunas asignaturas con ellos. Recuerdo que se fueron acumulando las quejas y todas se referían a su mal comportamiento y nula disposición para realizar las actividades. Hasta me comentaron que sus técnicas educativas consistían en gritarle, exigirle, regañarla, castigarla y hacerle anotaciones en su agenda. 

Para mí era increíble lo que me decían porque conmigo Salomé trabajaba, mostraba alegría y hasta me manifestaba su cariño con abrazos, besos, dibujos, cartas y regalos hechos por ella misma. Pero a su vez, fue triste y frustrante saber que para otros docentes sus mejores estrategias educativas correspondían al maltrato. Fue entonces cuando una profesora de bachillerato me hizo ver lo que estaba pasando realmente: “Es impactante cómo te buscan tus chiquitos, ellos corren apenas te ven, no te dejan ir, te invitan a sus juegos, te hacen bromas… es que eres muy afectuosa y tierna con ellos”. Una vez escuché esas palabras comprendí cual era la razón por Salomé si estaba dispuesta al aprendizaje conmigo: el afecto. Ese era el elemento que estaba mediando en el proceso educativo, pero también en la relación entre Salomé y yo."

 

Dada la epifanía anterior, decidí enfocar mis esfuerzos en torno a fortalecer mi propia práctica educativa lo cual comenzó por tener en cuenta el desarrollo afectivo de Salomé y del grupo. Es así como puse en manifiesto el canal de comunicación que según Mañú (2004) y Fernández (2014) es primordial en la relación entre maestro-estudiante. De manera que no sólo me dediqué a transmitir un conocimiento, sino que presenté actitudes de acogida tales como: saludarlos, preguntarles cómo habían amanecido, abrazarlos, sonreírles y mirarlos a la altura de los ojos, cosa que posibilitó establecer un lazo de confianza facilitando la libre expresión, la toma de decisiones y la evaluación de alternativas sin sentimientos de represalia (Zapata, Gómez y Rojas, 2010). Gracias a ello, mi experiencia profesional se vio enriquecida porque asumí la responsabilidad y el papel de interactuar con la estudiante (Sanz-Ponce y González-Bertolín, 2018), así ella fuese un caso difícil de manejar; sin embargo, mi preocupación por ella y, ante todo, su presencia ante mis ojos permitió que cada día crecieran mis ganas por ir al colegio y trabajar con los niños y las niñas a mi cargo.

 

Por su parte, en torno a mi ser docente debo mencionar que la pasión por educar fue indispensable en la relación entre Salomé y yo. Con el tiempo logré saber llegar a ella, escucharla, ser paciente, comprenderla y motivarla. Dado lo anterior, la niña obtuvo mejorías a nivel intelectual, comportamental y personal. De igual forma, mi quehacer cobra sentido en esta experiencia porque sin importar los desagravios que tuve, logré anteponerme entregándome totalmente a la formación de Salomé, lo cual provocó en mí una enorme felicidad. A la larga me comprometí a amar incondicionalmente (Day, 2020). Ser docente entonces significó para mí estar presente para Salomé independientemente de si lo pide o no. Quienes ejercemos afectuosamente la educación, lo hacemos por el hecho de que ese Otro nos es importante y digno de atención y de cuidado (Fernández, 2020). Es a partir del ejercicio educativo que los maestros ampliamos los horizontes de sentido hacia otras formas de educar cosa que repercute en una mejor toma de decisiones con nuestros estudiantes y, por tanto, re-crearnos, re-descubrirnos, re-hacernos y re-habitarnos en el mundo hoy.

 

CONCLUSIONES

Las experiencias vividas presentadas abren los horizontes de sentido de la labor educativa. Todas ellas muestran que la educación va más allá del hecho de enseñar y eso se debe a que existe en el acto educativo la relación con el Otro. El maestro quien es una persona, día a día en la escuela se encuentra con otra persona quien demanda no solo su conocimiento, sino su atención. Es por esa razón que los docentes coincidieron en la alteración de su yo cuando los educandos presentaban dificultades, también en el despliegue de su creatividad para lograr sobresalir con ellos. Así mismo, se hace notorio el afecto como principal puente entre la triada docente-estudiante-educación porque una palabra, un abrazo, una mirada cálida, una sonrisa tierna y un juego pueden transformar la vida de los estudiantes y sus familias, pero también la propia existencia del profesor. En ese sentido, el amor se convierte en el motor de la vocación de educar.

 

Los docentes hoy día ejercen no sólo el rol de la enseñanza, sino que también asumen una figura que trasciende los escenarios técnicos y academicistas para convertirse en amantes de la vida a través del quehacer educativo. De hecho, existen profesionales que, por situaciones de la vida, terminan ejerciendo la educación y consideran que fue la mejor decisión que han podido tomar independiente de los factores externos que la precarizan. De seguro, también hemos conocido maestros cuya decisión profesional fue por convicción, y que, a pesar de los años, se sienten satisfechos de serlo, por lo tanto, no se visualizan de otra manera. Como consecuencia de las experiencias profesionales los maestros se saben hacedores de la realidad porque a través del ejercicio pedagógico se vuelven a pensar la vida, a pronunciar el mundo, a cocrear espacios que habitar y otras formas de ser. 

 

No obstante, pareciera que todos los esfuerzos por mejorar la educación se limitan a atender de manera asistencial la labor de la educación dejando de lado la grandeza y las demás aristas que trae consigo. Es que educar se relaciona directamente con el sentido de la vida que la docencia brinda por sí misma. Por lo tanto, se hace ineludible conocer sobre las historias profesionales que marcaron indefinidamente el valor de la vida de los propios maestros y con ello, motivar investigaciones sobre el tema. Se ha visto que esta temática ha sido poco abordada, los estudios que hablan de ello son de corte cuantitativo basados en categorías como la satisfacción laboral y el bienestar, más no el sentido de vida. De manera que este escrito surge de una forma de activismo para reclamar a los colegios, universidades, institutos, fundaciones, Ministerios de Educación y sociedad civil, brindar a sus profesores no sólo atención de sus necesidades, sino también en el mejoramiento de sus condiciones, así como sus motivaciones para trabajar con ahínco. De esta manera los maestros tendremos mayores argumentos científicos y empíricos que sustenten nuestras luchas.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Experiencias transformadoras del sentido de vida mediante la labor docente
Publicado en abril de 2023
Revista Cognosis
Volumen 8
Número 2
Página 27-40
Universidad Técnica de Manabí
Experiencias transformadoras del SdV med
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Comentarios: 1
  • #1

    juan miguel (jueves, 23 mayo 2019 16:03)

    Hola Tany, Eres asombrosa y espectacular sigue asi, eres lo maximo.