FAMILIA 29

Desmitificando al hombre ideal. Desde una mirada femenina y desde la complementariedad

Tany Giselle Fernández Guayana

Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Licenciada en Pedagogía Infantil. tany.fernandezg@gmail.com

 

 

La búsqueda del hombre ideal sigue siendo un tema de importancia para las mujeres quienes desean tener una pareja estable. No obstante, todavía se tiene la idea de encontrar al famoso “príncipe azul”, que ni es azul, ni verde, ni rosa, es más bien, humano. Actualmente, las tendencias materialistas, la sociedad líquida y fatua que han vendido los medios de comunicación y las redes han influido para que a la hora de tener en cuenta los ítems de selección del futuro prospecto, se centre únicamente en los aspectos físicos, económicos y sociales. Se suele escuchar “yo quiero que sea alto”, “que tenga dinero para que me gaste”, “que tenga un buen carro”, “que tenga experiencia…” etc. No obstante, los aspectos externos suelen ser pasajeros y cambian con el tiempo generando frustración y dificultades en la relación de pareja.

 

Entonces ¿qué aspectos son importantes para que una mujer pueda elegir a su pareja?, para resolver tal cuestión, se presenta el siguiente texto explicando las características particulares de los hombres desde el campo neurocientífico, psicológicos y antropológico, sin descartar que esas diferencias son complementarias con las propias características de la mujer. Por dicha razón, si una dama pretende que su hombre ideal sea perfecto, está olvidando que, para lograrlo, ella también debe trabajar en su condición de mujer. Según Sellés (2005) “la entera dignidad humana, no la realiza ni la mujer ni el varón por separado, sino la unión de esos dos tipos de configurar lo humano” (p.329).

 

Fundamentos. Desde la neurociencia

De acuerdo con el estudio de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pennsylvania (citado por Dalla, 2013) se ha revelado que el cerebro del hombre y de la mujer operan de manera diferente, por consiguiente, tienden a actuar de manera particular. Entre las categorías investigadas se encuentran:

 

  • Conexiones de hemisferios: la mujer suele realizar conexiones entre ambos hemisferios. El hemisferio izquierdo, es el encargado de procesar la información de manera secuencial y lineal, es el hemisferio que se centra en procesamiento cognitivo complejo; es el encargado de la escritura, símbolos, lenguaje, lectura, escucha, hechos y detalles, asociaciones auditivas, oratoria y ortografía. El hemisferio derecho es el encargado de procesar la información de manera global a partir de la intuición, imágenes y sentimientos; es el encargado de las relaciones espaciales, formas y pautas, cálculos matemáticos, canto y música, expresión artística, creatividad y emociones. De ahí se deriva la capacidad femenina para realizar varias actividades a la vez. Por el contrario, el hombre realiza las conexiones entre la zona anterior (encargada del control de músculos) y posterior de cada hemisferio (responsable de la visión), por esa razón, suelen realizar una actividad a la vez.
  • Trabajo de hemisferios: dada la caracterización anterior de la actividad cerebral del hombre y la mujer, se especifica que ellas suelen tener mayor pensamiento analítico e intuitivo, mejor memoria y mayor habilidad social y de oralidad. Mientras que el hombre presenta mayor coordinación, por eso tienden a destacarse en la conducción, ubicación espacial y lectura de mapas, presentan mayor preparación para la acción y para respuestas rápidas ante situaciones estresantes.
  • Corteza cerebral – Neuronas espejo: se ha evidenciado que las mujeres presentan mayor volumen en la corteza cerebral, encargada de la experiencia y significado emocional, lo cual las hace un poco más empáticas y sensibles para leer los estados de las demás personas. Por el contrario, en el hombre, esta sección es menor lo cual les imposibilita para “leer entre líneas”.
  • Corteza límbica: es la encargada de regular las emociones y el comportamiento motivado. En las mujeres es de mayor volumen mientras que en el hombre es menor. Por consiguiente ellas tienden a expresar con mayor facilidad sus emociones mientras que ellos suelen ser introvertidos (Gómez, 2013).
  • Córtex del lóbulo temporal: éste lóbulo constituye el área auditiva y puede evocar eventos pasados. En las mujeres actúa un mayor número de neuronas mientras que en los hombres es menor, por eso, ellas suelen tener mayor fluidez verbal que los hombres.
  • Corteza parietal: es la encargada de medir los estímulos sensoriales y la orientación espacial. Aquí, los hombres presentan mayor volumen, de ahí que se deriva su mayor percepción visual y puntería. En cambio en las mujeres, es menor la dimensión, sin embargo, ellas presentan mayor coordinación motora-fina (Gómez, 2013).
  • Amígdala: pertenece al sistema límbico y es la involucrada en las respuestas de activación emocional que van encadenadas con el aumento en la frecuencia cardiaca y la descarga de adrenalina. Presenta mayor tamaño en el sexo masculino, por dicha razón responden rápidamente a eventos estresantes mientras que en el femenino es menor, empero pueden soportar el dolor prolongado como sucede con la menstruación y el parto (Gómez, 2013).

Características generales. Desde la psicología

Desde la rama de la psicología también se han estudiado las diferencias comportamentales que hay entre hombre y mujer basadas desde las neurociencias. Por lo tanto se ha concluido que los hombres (Araujo, 2006):

  • Tienen mayor valor y fortaleza: el hombre suele pertenecer a la virtud de la adreía, el valor o fortaleza que no se reduce a una mera fuerza física o potencial sexual, sino que comprende otras dimensiones del ser humano como lo son: la astucia, el prestigio, la experiencia, la autoridad y la capacidad de expresión. (Marías, 1992).
  • Tienen espíritu emprendedor: él es quien suele dar el primer paso en las actividades
  • Tienen contacto intelectual con el entorno: suele discernir por ello es de pocas palabras.

Por el contrario, y de manera complementaria, las mujeres (Araujo, 2006):

  • Tienen gracilidad: suele ser de interioridad profunda, de ahí se deprende su permanente cuidado por lo cercano: busca crear detalles materiales y afectivos en cualquier ambiente.
  • Tiene cuidado especial por el necesitado: ella es un don sincero de sí. Por dicha razón, la mujer, por su capacidad de preocuparse por toda persona, es experta en humanidad por excelencia (Echevarría, 1996)
  • Dulzura y suavidad en el trato: suelen ser ellas quienes se está dando, ya sea esposo, hijo, padre, sociedad.
  • Capacidad de conciliación: se deriva, igualmente, “del cuidado del otro y se traduce en la permanente actitud de unir, poniendo a las persona por encima de situaciones aun objetivamente complicadas de resolver” (Araujo, 2008).
  • Afectividad: suele ser más sentimental debido a sus características cerebrales.

Dado lo anterior, se puede concluir que a pesar de que los hombres presentan ciertas características para ser un buen partido, las mujeres también deben tener en cuenta sus propias características:

 

 

Fundamentos antropológicos. Lo que nos hace complementarios a hombres y mujeres.

Desde la rama de la antropología filosófica, también se explican las particularidades entre los hombres y las mujeres que los hacen únicos e irrepetibles por su condición personal, las cuales son influidas por la sociedad, la configuración cromosómica y genética, la diferenciación de órganos reproductores y roles dentro de la familia. Sin embargo, éstas no son centradas desde la mera diferencia, sino que son vistas desde la reciprocidad la cual supone: una misión común y complementaria.

 

El término de “diferencia”, hoy día ha sido tergiversado hasta tal punto de atribuirle el significado de “igualdad” entre hombres y mujeres como si éstos fuesen la copia exacta el uno del otro. Más bien hombre y mujer hacen alusión a la reciprocidad: “ser varón es estar referido a la mujer y ser mujer significa estar referido al varón”, “son como la mano izquierda respecto de la mano derecha, si no hubiera más que dos manos izquierdas, no serían izquierdas” (Marías, 1985).

 

La persona tiene al menos dos notas peculiares: 1) Su intimidad 2) la apertura. En las relaciones interpersonales se establece la apertura que tiene dos modalidades: el hombre se abre de un modo peculiar: hacia fuera. La mujer también se abre a los demás con su modo: hacia dentro, acogiendo. En este sentido, el hombre al darse sale de sí mismo y la mujer se da, pero acogien­do en ella. Es en la propia acogida de ambos que surge la complementariedad.

 

Conclusiones

Teniendo en cuenta lo anterior, se concluye que el “hombre ideal” para una mujer no es sólo aquél que cuente con buen físico, recursos económicos y aspectos sociales, sino el que con sus características humanas logra complementar la vida y existencia de la mujer haciéndose en conjunto mejores cada día. Eso sí, ya depende de cada mujer y cada hombre definir sus intereses y proyecciones futuras con su futura pareja.

 

 

Referencias:

  • Araujo, A.M., Vanegas, B., Ochoa, S. (2006). La felicidad conyugal. Un proyecto de vida.  Colombia: Universidad de La Sabana
  • Dalla, E. (2013). Hombre/Mujer somos dos mundos aparte. Citado el día 9 de abril del 2014. Disponible en: http://www.elmundo.es/cronica/2013/12/08/52a3332961fd3dbc0a8b456a.html
  • Echavarría, J. (1996). Mujer, trabajo y sociedad ante el tercer milenio. En Mundo Cirstiano, p.15.
  • Gómez Ávila, L. (2013). Hombres y mujeres somos, al mismo tiempo, tan diferentes y tan parecidos!. Citado el día 9 de abril del 2014. Disponible en: http://algarabia.com/ciencia/cerebros-hombre-y-mujer/
  • Sellés, J.F. (2006) Antropología para inconformes. Universidad de Navarra: Instituto de Ciencias para la Familia.

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