FAMILIA 31

Cómo criar o crear un cretino

Tany Giselle Fernández Guayana

Magíster en Educación y Desarrollo Humano. Especialista en Desarrollo Personal y Familiar. Licenciada en Pedagogía Infantil. tany.fernandezg@gmail.com

 

 

A pesar que el título de este artículo suene para algunos algo brusco o tosco, he de hablar con la verdad ¡las cosas como son! ¿Qué se entiende por cretino? Una persona realmente desagradable de esas que no quisiéramos toparnos en la vida porque se considera “gran cosa” y suele mirar a los demás con cierto desdén. Un cretino, según el diccionario, se refiere a un sujeto cuyo comportamiento es estúpido o necio. Eso significa que suele comportarse según su parecer sin medir los efectos que podría acarrear en su entorno. De este tipo de personas abunda la sociedad y, tal vez por esa razón, es que nos encontramos ante las crisis de la desigualdad, la indiferencia, la corrupción, la mentira, el desarraigo y muchas otras.

 

Para ir al meollo del asunto, debo indicar que no sólo la sociedad es la que influye en la formación de un cretino, considero que la real responsable de la formación futura de los adultos que estarán a cargo del mundo, es la familia. Por favor no se sientan ofendidos, todos hacemos parte de una familia y es verdad que no nacemos aprendidos para criar, educar y formar. La familia ejerce una labor empírica llena de buenas intenciones, claro está que esto varía según la experiencia de cada individuo. Partamos de la base de que no hay familias perfectas y no hay una única forma de ser familia, así que no podemos tampoco exigir que todas formen a sus hijos bajo las mismas pautas de crianza.

 

Sin embargo, dados los estudios alrededor de la familia desde los diferentes campos como la filosofía, la educación, la antropología y la psicología, se ha podido observar la necesidad de orientar a la familia para gestionar sus prácticas de crianza. A nadie le cae mal una ayuda ¿cierto? Es por esa razón que hoy comparto algunos de los errores comunes que suelen tener los padres de familia al momento de educar a sus hijos y que lamentablemente, alimentan el desarrollo de un niño, joven y adulto despótico, arrogante y egocéntrico, tal vez un tirano.

 

Para criar un cretino, hay que dejar que sea siempre el primero en todo y el único, desconociendo el aprendizaje que se puede obtener de los demás. Es así como suelen ver en los otros una utilidad o un servicio. Eso sí, no importa el cómo se logra el éxito, lo importante es llegar a la meta. Bien lo menciona Almario (2013, p.36): “si quiere que su hijo se sienta merecedor de un trato exclusivo o privilegiado, que vea a los demás como seres insignificantes, feos, brutos, estúpidos y ridículos en comparación con él/ella.” También se les puede formar bajo la premisa de “la supervivencia del más fuerte”, que necesita hacerse al mundo a la fuerza y, por tanto, ser capaz de romper las reglas, desafiar la autoridad y con poca empatía.

 

En ese orden de ideas, las siguientes prácticas son las que promueven en la infancia y adolescencia la formación de un adulto cretino:

 

1.      Ser incapaz de tolerar la frustración

2.      Decirle SI a todo

3.      Dejar que sobre pase los límites

4.      Dar excesivos permisos

5.      Nula imposición de consecuencias a las conductas inapropiadas

6.      Convencerlo de que pertenece a una élite social

7.      Prohibir la expresión de cualquier tipo de vulnerabilidad

8.      Ofrecer recompensas desproporcionadas

9.      Nula supervisión

10.   Castigos humillantes

11.   Permitir evadir las normas

12.   Permitir el maltrato a otras personas o animales

13.   Permitir que culpe a otros de sus propios errores

14.   Creer en todo lo que diga

 

La realidad social y del mundo nos llama a darnos cuenta de la necesidad de cambio. Pero no es suficiente con hacer conciencia, es necesario que hoy las familias actúen oportunamente para reorientar a sus hijos a un mejor vivir y convivir. La capacidad de vivir bien no exige perfección ni estándar, cada familia tiene entonces la tarea de organizarse y establecer metas en la formación de sus hijos, pero sobre todo de cambiar los comportamientos repetitivos que pueden estar alimentando un futuro autoritario o tal vez, un delincuente. De manera que la idea de conocer las formas como criamos a nuestros hijos ayuda a no repetir los mismos errores que hemos cometido o aquellos que nuestros padres cometieron con nosotros. La invitación entonces radica en la conversación-reflexión de las propias prácticas de crianza para reorientar su rumbo y, por tanto, posibilitar que ese niño o adolescente sea

un futuro adulto que aporte al mundo y lo transforme.

 

Referencias:

Almario, J. (2014). Una mirada existencia a la adolescencia. Ediciones SAPS


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