Al entrar en intimidad con el anterior monólogo quedan en el ambiente distintos sentires: uno corresponde a la certeza de la vida para la muerte, el otro del dolor como fuente de sentido. Voy a inclinarme por el segundo. ¿Cómo lograr ser feliz si la vida se encuentra atiborrada de sufrimiento? Al respecto he de decir: el dolor, la tristeza, el miedo y el abandono son compañeros inevitables de la vida humana (Yepes y Aranguren, 2008). Ignorarlos nos llevaría a mantenernos alejados de la realidad.
El hombre a pesar de haber sido analizado por múltiples enfoques y campos sigue siendo un misterio para sí. Sin embargo, los estudios filosóficos-antropológicos han demostrado que su existencia tiene una razón única de ser, cosa que permite darle un mayor sentido y valor.
La búsqueda de la felicidad es personal, pero el medio común para llegar a esta meta suele ser el amor. Por tanto, quien no comprende o halla el amor suele percibirse como desdichado. De ahí el uso de frases como “no creo en el amor” o “el amor no existe”. Entre los seres vivos, el ser humano es el más vulnerable al nacer; necesita de otros para sobrevivir, crecer, dialogar, aprender hábitos, entre otros aspectos esenciales en su desarrollo.